Coches de película

Viajando en el tiempo

Existen pocos coches más hermosos, de trazos más limpios y rectos y que conmueva de tal manera a toda una generación estadounidense que el Gran Torino Sport de Ford de 1972, un modelo de culto para la población yanki, utilizado por multitud de directores de cine para surcar las carreteras saltos, choques, vuelos, ruedas quemadas- en persecuciones excitantes y que tuvo su momento culmen en el filme al que dicho modelo da nombre (Gran Torino, 2008) dirigido y protagonizado por Clint Eastwood, quien da vida a un viejo ex combatiente en las guerras de Corea y Vietnam para el que su coche protegido, cuidado y mimado hasta la extenuación- es el hilo conductor con su pasado: la mirada perdida en su portentosa calandra o su cintura lineal e interminable era su oxígeno en el día a día. El mítico Torino también asoma en la célebre serie de TV de los setenta ‘Starsky y Hutch’, en la que Paul Michael Glaser y David Soul compartieron escena con este fabuloso monstruo de Detroit.
En el extremo contrario se sitúa la mayúscula sofisticación del Aston Martin DBS en las dos últimas entregas de 007, ‘Casino Royal’ (2006) y ‘Quantum of Solace’ (2008). Un bicharraco de 12 cilindros en V, un motor atmosférico de seis litros, para una potencia máxima de 517 CV, 4,3 segundos de 0-100 km/h y una velocidad máxima de 307 km/h, lo que supone para el bolsillo un gasto de 275.000 euros. 007 se hace con esta joya -en Casino Royal cuando el modelo todavía no había salido al mercado- en una partida de poker, luego lo destroza en una persecución y apenas sale más en toda la película. Un dato: en una fría mañana de rodaje, los especialitas de Casino Royal se cargaron tres prototipos del DBS valorados en más de un millón de dólares. Daniel Craig, el protagonista de ambas entregas, se entrenó en el circuito de velocidad británico Milbrook para ‘Quantum of Solace’, en la que se utilizaron tres modelos más, uno de ellos está en la productora EON y los otros dos en los garajes de la firma británica.
Han pasado 40 años y no se recuerda en el mundo del cine una persecución tan extraordinariamente bien rodada como la que se produjo en ‘Bullit’ (1968) por las calles de San Francisco, entre un Ford Mustang GT 390 (conducido por el teniente Frank Bullitt -Steve McQueen-) y un Dodge Charger 440 Magnum pilotado por los dos asesinos de la película. Algunos, en su momento, hablaron de farsa, pero la película fue reconocida con un Oscar al mejor montaje. En plena batalla entre las marcas norteamericanas por tener un best seller automovilístico, Ford y su Mustang dieron un puñetazo definitivo sobre la mesa en detrimento de Dogde. ¿Por qué? El Mustang, que no era la máquina más potente de la que disponía Ford en aquellos tiempos, sí que era el coche de moda, al igual que lo era el actor McQueen. Sin embargo, dicen los privilegiados que han tenido la suerte de probar ambas joyas, que el Charger es un coche mucho más eficaz y controlable que el Mustang, con un mal reparto de pesos y un rígido tren trasero.
Otro de los modelos que por siempre nos emocionará será el legendario Plymouth Fury, un vehiculo fabricado por Chrysler entre 1956 y 1978 del que hubo hasta seis generaciones y que fue lanzado al mercado como una ‘pieza’ de gama alta, con el objetivo de atraer a los potenciales compradores por un diseño vanguardista y trasgresor. El modelo alcanzó la fama universal en Christine (1983), película basada en la novela de Stephen King del mismo nombre, en la que se mostraba al automóvil de color rojo vivo, líneas blancas en su cintura y de figura misteriosa y fantasmagórica- como a un ser viviente que poseía a su dueño y perseguía a todo aquel que se interpusiese en su camino con la intención de asesinarlo. En cuanto a los taxis, ninguno más memorable que el neoyorquino Checker Marathon en la película Taxi driver (1976), protagonizada por un jovencísimo Robert de Niro, que conduce por la Gran Manzana de madrugada y se da cuenta de que lo que había contemplado en Vietnam, durante la guerra, era un juego de niños comparado con la corrupción nocturna de su ciudad. Para la historia del cine, el Marathon rodeado de oscuridad y envuelto por la música de Bernard Herrmann. Checker Motors, víctima de la crisis, entró en bancarrota en enero de este año y bajó las persianas para siempre.

De cine comprometido a carreras ilegales

Uno de los grandes olvidados por el mundo del cine, en lo que fue la primera gran ópera prima de Steven Spielberg, Diablo sobre Ruedas (1972), es el Plymouth Valiant 197l conducido por Dennis Weaver, que intentaba escapar del oxidado, amenazante y asesino camión Peterbil 281 de 1955. En la travesía por el desierto, al sur de Estados Unidos rozando con la frontera mexicana, el Plymouth de color rojo eléctrico, que parecía un coche liviano, sin empuje, destinado al fracaso ante semejante armatoste, aguanta los choques con derrapes estupendamente filmados y que le coronan como uno de los coches más sufridos del celuloide.

Para joya de la automoción, el Tucker Sedán de 1948 -del que sólo se produjeron 51 unidades- es la plasmación absoluta del sueño de un hombre -Preston Tucker, su promotor y dueño de la empresa del mismo nombre- y de cómo la realidad de un mercado controlado por grandes corporaciones puede dar al traste con el mismo. Francis Ford Coppola, en Tucker, el hombre y su sueño (1988) inmortalizó la lucha épica del fabricante de este avanzadísimo vehículo para la época: perímetro envolvente anti-choque, un motor de altas prestaciones y concepción muy superior a las de sus competidores, una luz central a lo ‘cíclope’ que se orientaba según la dirección de las ruedas…contra las tres grandes automovilísticas de la época: General Motor, Ford y Chrysler.
De este resumen no podría quedar apartado el DeLorean DMC-12, un modelo único en el mercado nunca se fabricó en serie por deseo de su fabricante, DeLorean Motors Company- y que fue inmortalizado como un artilugio peculiar y fantasioso en Regreso al futuro (1985). Con puertas de alas de gaviota, carrocería de acero inoxidable y un sinfín de detalles concebidos por el célebre carrocero italiano Giorgetto Giugiaro, el DMC-12 fue víctima de la quiebra de la empresa que presidía John De Lorean, arrestado y acusado por tráfico de estupefacientes. Desde entonces, en multitud de ocasiones se ha especulado con que el DMC-12 volvería a producirse.
Uno de los pocos coches que ha tenido tratamiento de estrella en una película es el Ford Mustang Mach 1 de 1973, punto y final de la primera generación de este modelo abrumadoramente deportivo. Conocido con el nombre de Eleanor, el coche adquiere caché en las diferentes entregas de 60 segundos, la última en el año 2000, protagonizada por Nicolas Cage y Angelina Jolie, en una película en la que un ladrón de coches retirado vuelve a la profesión, obligado a robar 50 coches en una noche para salvar la vida de su hermano. A lo largo de la última década hemos disfrutado o sufrido, según se mire- de la saga The Fast and the Furious, dedicada íntegramente al mundo de las carreras ilegales y el tuning con las calles de Los Ángeles como marco y con joyas sobrealimentadas de caballos y más caballos como los Mitsubishi Eclipse y Lancer, el Dogde Charger RT o el Toyota Supra.
Nos ha sido imposible dejar fuera de esta selección a dos míticos vehículos de la pantalla, aunque en esta ocasión sea de la televisión. Cómo olvidarnos de la furgoneta Chevrolet GMC en la histórica serie del Equipo A (1983-1987) que conducía Mario Barakus (Mr. T). El paradero de la camioneta original de estos ex militares buscados por la justicia y el ejército estadounidense se desconoce aún. Algunos dicen que la GMC de la Brigada A está abandonada y semidestruida en un depósito de Universal Studios; otros dicen que ha sido vendida mediante una subasta.

En la misma época y con un guión bastante similar nació El coche fantástico (1982-1986), un Pontiac Firebird Trans Am con voz propia y que conducía el intrépido Michael Knight (David Hasselhoff). Con algunas modificaciones en su delantera respecto al modelo de serie, este Pontiac pudo verse en otras películas como Los Locos de Cannonball, Los Caraduras o Splash.
Y por último el Bat-Móvil (Futura Batmobile) en Batman. La compaa Lincoln dise?ó este modelo exclusivamente para su uso en la serie televisiva (y la película de 1966) a partir de uno de sus coches. Era tan ancho que casi no cabía por la apertura de la bat-cueva, por lo que para rodar la escena de sus salidas hubo que hacerlo a cámara lenta para darle luego la velocidad en la sala de montaje. Su diseño remite el hombre murciélago, equipado con artefactos especiales. Otra joya del cine, y la televisión

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