Seguridad en la carretera

Conviene evaluar periódicamente los componentes más importantes del vehículo para reponer, reparar o sustituir aquellos que sean necesarios. Esta máxima se hace extensible a todos los días del año, pero en la antesala del puente de agosto, donde pocos son los españoles que no visitan sus localidades de origen o se toman un respiro laboral en la costa o la montaña, conviene recordarlo. Por eso Autocity os recomienda que antes de viajar es clave revisar el estado de los frenos, los neumáticos, la iluminación, los amortiguadores y el nivel de aceite.

Sistema de frenado:
Cada 10.000 kilómetros conviene controlar el estado de las pastillas de freno, y en caso de sustitución, debe comprobarse el desgaste de los discos de freno, cambiándose si están oxidados, arañados, presentan un reborde o el espesor es inferior al habitual. Además, periódicamente debe comprobarse el líquido de frenos y sustituirlo cuando el punto de ebullición es inferior a 165º C.
Estado de los neumáticos:
Los neumáticos en la previa de un viaje largo son como las zapatillas de correr para un maratoniano antes de tomar la salida. El buen estado de éstos es clave porque garantiza un mejor agarre y estabilidad, es decir, mayor seguridad y control del conductor sobre su vehículo. Tienen que ser revisados periódicamente con sus presiones correctas, y sustituirlos cuando la profundidad del dibujo de la goma sea inferior a 1,6 milímetros o sufra deformaciones, golpes o desgaste irregular. Además, las ruedas tienen que estar correctamente alineadas (hacer un paralelo cada 20.000 kilómetros nunca está de más) para evitar el desgaste de los propios neumáticos y afectar al comportamiento de otros elementos clave como la dirección y la suspensión del coche.
La iluminación:
¿Alguna vez te has cruzado con algún coche y el conductor de éste te ha dado las largas? Cuando puedas párate y comprueba que todo vaya bien. Puede que simplemente te hayas descuidado y que circules con luces de carretera y no de cruce, habiéndole deslumbrado. Sin embargo, si no es así, seguramente el problema es que las luces estén mal reguladas. En tal caso, lo primero es comprobar la altura del haz (generalmente una pequeña ruleta a la izquierda del bloque de dirección) que en caso de viajar con mucho equipaje vaya más elevada de lo que debe. Si existe la posibilidad de tener que viajar de noche es importante verificar antes de salir de viaje el alineado de las luces de los faros y corregirlo si es necesario.
Los amortiguadores:
Los grandes desconocidos de la mecánica para el común de los mortales, pero de vital importancia son los amortiguadores. Como parte de la suspensión, el amortiguador controla los movientes verticales del coche absorbiendo las oscilaciones de los muelles y otros elementos elásticos de la suspensión para que el movimiento no se transfiera a la carrocería. Su desgaste es progresivo y difícil de percibir para el conductor. Los fabricantes recomiendan que cada 80.000 kilómetros sean sustituidos y alertan del peligro de acercarse con un mismo juego de amortiguadores a los 100.000 kilómetros. De un coche fácil de guiar, estable, con dirección y ESP trabajando al unísono, y con una capacidad de frenada intachable; se pasa a uno ingobernable, inestable, rebotón y con los controles electrónicos petardeando y perdiendo eficacia.
Nivel de aceite:
Es muy importante comprobar la cantidad y calidad del lubricante. Después de las heladas del invierno y de los traslados diario al puesto de trabajo circulando con tráfico lento, el coche consume más aceite de lo normal. La mayoría de fabricantes facilitan conocer el nivel de aceite, indicándolo con dos rayas o puntos los niveles máximo y mínimo. Esta medición se debe hacer siempre con el motor en frío. No tener el nivel de aceite en un rango adecuado puede provocar una avería mecánica seria y costosa, y en mitad de un viaje pasarte un buen rato en la cuneta esperando a que la grúa venga a por ti.
Y después de revisar la máquina, ponte las pilas en la carretera…
Normas básicas que no está mal recordar estos días: adecuarse a la velocidad de la vía y de las circunstancia del tráfico (en verano la climatología no es tan importante como en invierno), evidentemente alcohol y drogas son los enemigos número uno del conductor, que tampoco tiene que perder de vista el uso de medicamentos, leyendo el prospecto de éstos ya que pueden provocar efectos secundarios. Por supuesto conducir, y más en distancias largas, descansados y realizando paradas de diez minutos cada dos horas o 200 kilómetros. Ojo con los despistes: no serías el primero ni el último que conduciendo un coche de alquiler se equivoque de tipo de combustible. Y claro, el cinturón de seguridad siempre puesto, con los más peques de la casa en sillas homologadas (los bebés) y/o en la parte trasera (niños pequeños y adolescentes). Por último, los objetos de carga exteriores (bacas superiores o el transporte de bicicletas) deben ir sustentados en sistemas homologados, lo mismo que ocurre en caso de viajar con mascotas.

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