Vacaciones en Roma

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UNA EXPERIENCIA EN VESPA

Roma tiene una historia eterna, un tráfico enrevesado, es imposible aparcar y al mismo tiempo la curiosidad del visitante se para a la vuelta de cada esquina. Por eso, recorrerla con una moto con más de medio siglo de historia, perfecta al mismo tiempo para defenderse con inigualable soltura en los atascos y aglomeraciones y para pasear con estilo sin tener que por ello llamar la atención, es una opción ideal. Nosotros lo hicimos, y ahí va nuestra experiencia.
p>   Y es que hacer turismo en Roma con una Vespa no es nada nuevo. Supongo que cuando en los años 50 este scooter motorizaba a media Italia (y media España) serían muchos los turistas que llegaban a Roma en un scooter, e incluso Hollywood inmortalizó en 1953 la unión de la Vespa y Roma en la célebre película Vacaciones en Roma. Audrey Hepburn daba vida a una princesa en viaje oficial, y Gregory Peck representaba un periodista americano que, por carambolas del destino y ficciones de la gran pantalla, acababan subidos a lomos de una Vespa con la que recorrieron los más celebres rincones de la capital italiana.
p>Un scooter de alquiler, billetes de avión y hotel ‘apañados’ de precio y por supuesto unos días de permiso en el trabajo es todo lo que necesitas para hacer un viaje inolvidable y muy saludable, cuando las semanas ya se hacen interminables desde las últimas vacaciones.
p>Agradecimiento muy especial a Piaggio en España e Italia, gracias a cuya colaboración y eficaces gestiones pudimos disponer de la Vespa Granturismo que nos hizo de excelente guía turístico, incansable compañera de paseos y eficaz salvoconducto para salir airosos del intimidante tráfico romano.
Texto: Carlos Lera
11 de Febrero de 2005

Que ver

QUE VER

La lista de las cosas que hay que ver en Roma es interminable. Lo mejor es administrarse en función del tiempo disponible para poder llegar al menos a las cosas más importantes. Y esto depende de cada uno, por supuesto. Nosotros queríamos ver los monumentos más emblemáticos de la ciudad, pero no por ello renunciar a descubrir otros aspectos de la capital de Italia igualmente atractivos, como disfrutar de la comida o descubrir el encanto de la vida romana como os cuento en otro apartado. ¡Y teníamos solo dos días!
p>Los Foros del imperio
Entrando al centro de la ciudad desde el noreste, por la Vía Nomentana, se accede a la Piazza Venezia y al impresionante monumento levantado hace poco más de un siglo en honor de Victor Manuel II de Saboya. Girando hacia la izquierda se encuentra la Vía de los Foros Imperiales, parada ineludible de cualquier viaje a Roma; una calle que discurre entre los impresionantes restos de la Roma Imperial, entre los que se encuentran la Columna de Trajano, la Basílica de Majencio, el Arco de Constantino o el impresionante Coliseo.

p>La ribera del Tíber
Bordeando el Coliseo se desciende por la Vía de San Gregorio hasta la Plaza de Porta Capena, a cuya derecha se encontraba el Circo Massimo, reducido hoy a escasos restos sobre los que se encuentra un parque que sigue las formas del que debió ser un magnífico estadio para disfrutar de las carreras de cuadrigas en el siglo III antes de Cristo.

p> Siguiendo por la Via dei Cerchi a un lado queda el Templo de Vesta, diosa del fuego y del hogar, en cuyo honor se mantenía siempre encendida una llama cuya custodia estaba encargada a las vestales. Enfrente está el arco de Jano, y al final de la calle el Teatro de Marcelo, cuya capacidad era de 20.000 espectadores y que, con el paso de los siglos, se convirtió en elegante palacio renacentista, una muestra de la impresionante solidez de la arquitectura romana.
Las plazas monumentales
Un paseo por los foros imperiales evoca un pasado glorioso y requiere de toda la imaginación para recrear aquellas construcciones en su época de pleno esplendor, pero los monumentos erigidos ya en la Edad Moderna, especialmente durante el Barroco y el Renacimiento, resultan mucho más explícitos y bellos en sí mismos. Para descubrir las joyas del arte que decoran el mapa de Roma lo más aconsejable es aparcar la moto y emprender un paseo a pié de plaza en plaza. No os asustéis, el centro artístico de Roma no es muy grande. La Piazza Navona es un concentrado de obras maestras entre las que destaca la célebre Fuente de los Cuatro Ríos, levantada en 1651 por Bernini. Por supuesto la Fontana di Trevi es otra de las paradas obligadas, como demuestran los cientos de turistas japoneses que abarrotan su escalinata. También hay que ver la Plaza de España, situada en la zona comercial más atractiva de la cuidad y uno de los centros de reunión de la juventud romana. La gran escalinata es un buen lugar para sentarse a tomar aliento.
El Vaticano
Para acceder a la ciudad del Vaticano hay que atravesar el Tíber (Tevere en Italiano) por el puente de Víctor Manuel. A la derecha queda el Castillo de San Angelo, antíguo mausoleo de emperadores y posteriormente residencia papal. La Plaza de San Pedro es impresionante y da acceso al Estado Eclesiástico, custodiado por la famosa Guardia Suiza. Si llevas los cascos encima tendrás que depositarlos en las taquillas, pues no se puede entrar con ellos a la Basílica de San Pedro. En el Vaticano se guardan muchas de las joyas más importantes del arte, desde el baldaquino de Bernini en el hasta la escultura de La Pietá o los frescos de la Capilla Sixtina, ambos de Miguel Ángel. La colección del Museo Vaticano es impresionante, merece la pena visitarlo al menos una vez en la vida.

Comer, comprar, callejear

COMER, COMPRAR, CALLEJEAR

El mejor recorrido de Roma depende lógicamente del punto de partida, pero se puede comenzar tomando un capuchino en alguna de las numerosas cafeterías que jalonan la ciudad, para después dirigirse a la zona comercial por excelencia, situada entre la Piazza del Popolo y Via Veneto. Nuestra visita coincidió con las rebajas y aprovechamos unos descuentos excelentes, con un 50% mínimo sobre precios similares a los de España en marcas de moda. En Vía del Corso y Vía Condotti encontramos las tiendas más ‘fashion’ e interesantes.Después de hacer las compras correspondientes nada mejor que un buen plato de pasta para reponer fuerzas. Los horarios de los italianos son más europeos que los nuestros, pero aun así las dos de la tarde es una buena hora para comer. Muchos restaurantes sólo sirven pizza para cenar, aunque para almorzar abundan los pequeños locales en los que comprar ricas porciones para reponer fuerzas rápida y económicamente.

p>El barrio del Trastevere, al que se accede cruzando el río, es una de las zonas más populares de la ciudad. Antígua zona marginada, desde hace décadas se ha convertido en el mejor lugar para disfrutar del paladar.

p>Da Baffetto (Via del Governo Vecchio, 114): Una pizzería típica y donde todo está riquísimo. Se encuentra muy cerca de la Piazza Navona.
Ristorante-Pizzeria ‘Al Fontanone’ (Piazza Trilussa, 46): En pleno barrio del Trastevere, destaca por su cocina típica romana, variada y sabrosa.
IVO (Via S. Francesco a Ripa, 158): Otro clásico del Trastevere. Para probar una de las mejores pizzas de Roma o un buen plato de pasta Abre sólo por la tarde. Los martes cierra.
La Montecarlo (Vicolo Savelli, 13): Una pizza buenísima (sobre todo la llamada ‘Montecarlo’), muy céntrica y a buen precio. Abren sólo por la tarde y el lunes está cerrada.
Tonino (Via del Governo Vecchio, 18): Cocina típica en un pequeño local cerca de la céntrica Piazza del Orologio. Una auténtica ‘ostaria’ de Roma: local pequeño, pocas mesas y cocina casera de mercado. Menú, por supuesto, sin muchas opciones pero el plato del día es delicioso. Cerrado el domingo.

p>A media tarde es un buen momento para descubrir la variedad de gustos que los romanos dan al helado. Entre las numerosas heladerías destacan dos que se encuentran en las inmediaciones del Panteón: Giolitti (via Uffici del Vicario, 40) y Della Palma (Via della Magdalena, 20).
p>Y para los noctámbulos Roma ofrece una importante oferta golfa para tomar unas copas, bailar y mezclarse con lo más granado de la noche. La Via Monte Testaccio reúne una buena cantidad de discotecas y locales de moda, como Akab (música en vivo), Jungle Club o Metaverso.

Conducir en Roma

CONDUCIR EN ROMA: TODOS LOS CAMINOS LLEVAN AL MONUMENTO A VICTOR MANUEL

No, no es que por tener un abuelo picador le hicieran un pedazo de homenaje megalómano a Victor Manuel, el de Ana Belén, si no que a Victor Manuel de Saboya le levantaron entre finales del siglo XIX y principios del XX un colosal monumento en el mismo centro de Roma por haber unificado Italia. Y en tan egregio punto indefectiblemente, acabábamos cada vez que las peculiaridades del tráfico romano nos abocaban a la más absoluta de las desorientaciones.
El tráfico de la capital de Italia es una perfecta demostración de la teoría del caos, en la que una aparente absoluta falta organización da sin embargo como resultado una eficacia bastante aceptable. Para ser sincero, me pareció menos peligroso que circular por Madrid porque los automovilistas respetan infinitamente más a las motos. Y es que la cantidad de scooters que se apelotonan en cada semáforo dobla el número de coches, camiones, furgonetas y autobuses juntos. ¡Como para no hacerse respetar! Además se piensa en las motos a la hora de planificar la vialidad, y por ejemplo la raya de los semáforos está colocada unos metros por detrás de la señal luminosa, para que los coches se detengan en ella y las motos puedan adelantarse y salir fluidamente, sin molestarse unos a otros. Y aunque las numerosas calles de adoquines son terribles (es de entender que predominen los scooters de rueda alta), el asfalto, cuando lo utilizan, drena muy bien y no salpica con lluvia.

Por eso conducir por la ciudad eterna requiere prestar atención constante a los cuatro puntos cardinales, porque te vienen motos por todos lados y a todos los ritmos. Algunos te pasan tan cerca y rápido que te llevan con el viento que levantan, otros van más de paseo y, de lo mejor, las mujeres. Un alto porcentaje de moteras sin complejos a lomos de las más diversas monturas. La mayoría sobre cicloscooters de rueda alta, como casi todo el mundo, pero también mucha señorita con trail o custom de media cilindrada.

p>Durante los dos días que estuvimos recorriendo la ciudad a lomos de la Vespa, tuvimos ocasión de perdernos unas cuantas veces. El trazado de las calles del centro de Roma obedece a criterios urbanísticos de hace cientos e incluso miles de años; y se nota en la gran cantidad de estrechas callejas trenzadas entre sí, que no se hicieron pensando precisamente en el tráfico denso y rápido que las inunda actualmente. Callejones sin salida, laberintos que siempre acababan en el mismo punto, calles que de improviso se vuelven prohibidas excepto para el transporte público y los coches oficiales… Y hay que ver cómo le gusta poner la sirena y pisarle a la policía italiana, que las BMW R 1100 RT reglamentarias rozaban los estribos y los Pirelli P7 de los Alfa 156 chillaban en cada curva.
En el fondo es muy divertido. Tras pasar un rato intentado salir de un laberinto en el que no encontrábamos ni a Teseo ni al Minotauro, se nos quedó cara de tontos cuando preguntamos a un transeúnte por la salida y nos indicó (siempre con gran amabilidad y simpatía) una calle de dirección prohibida… por la que todo el mundo tiraba alegremente. Incluso los vehículos que circulan en la dirección correcta se hacían a su derecha amablemente cuando veían llegar una moto ‘haciendo pirulas’ de este tipo.
En otra ocasión, después de pasar tres o cuatro veces por delante del dichoso monumento a Victor Manuel II, y ya con mucho más desparpajo, preguntamos a una pareja de motoristas por la dirección correcta para llegar a la Plaza de España, y en un perfecto ‘itañol’ nos entendimos lo suficiente para ‘capiscar’ que resultaba imprescindible meterse unos quinientos metros por los railes del tranvía, tirar luego a la izquierda por una dirección prohibida y finalmente subirnos a la acera y, con la moto apagada eso sí, cruzar la Piazza del Popolo hasta una calle que nos llevaría directos a nuestro destino. Mola, ¿eh?
p>En las largas vías atestadas de tráfico y semáforos las motos circulan por el centro, entre ambos sentidos, en una hilera inagotable de scooters y motos trail que intentan no colisionar con las que vienen de frente haciendo lo mismo. No vi ningún encontronazo, y la verdad es que se notaba que la gente tenía cogido el truco a esta forma de conducir, que por otro lado sería difícilmente extrapolable a una ciudad como Madrid en la que se transita mucho más deprisa pero, aunque parezca increíble, más ordenadamente que en Roma. Y si Roma no me pareció tan peligroso como Madrid para las motos es porque las numerosas vías con adoquines centenarios (vete a saber si milenarios) y los constantes cruces, semáforos y calles cortadas a escuadra hacen que la velocidad se vea notablemente reducida, hasta el punto de que fueron contadas las ocasiones en las que pude llevar el acelerador hasta su tope.
p>En Roma, pese a que los semáforos en rojo parezcan meramente orientativos, las direcciones prohibidas sirvan para saber quien paga en caso de golpe y las vías del tranvía sean a veces un carril adicional, el tráfico se mueve con inevitable lentitud pero, en lo que estuve inmerso en la maraña de calles romanas, no llegué a ver un atasco de los de apagar el motor. Sin duda quienes cojan el coche deben darles las gracias a todos los que van diariamente en su moto a trabajar, en vez de, como sucede concretamente en la capital de España, ver a los motoristas en muchos casos como impertinentes que se meten por los huecos que el coche no puede aprovechar.

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