Seat Altea FR TDI 170 cv

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DEPORTIVIDAD EN FAMILIA

  Desde que hace unos 5 años se decidiera orientar la marca española Seat hacia una deportividad más juvenil, paulatinamente se ha ido goteando al mercado modelos Seat cada vez más deportivos. Y esa deportividad también la quieren diesel. De hecho, la primera gota fue el antiguo Leon FR 1.9 TDI de 150 cv, que obtuvo hasta un 25% del total de ventas del Leon, y también lo hemos visto últimamente con la llegada del descomunal Ibiza Cupra, aún más radicales que las versiones FR, que con un motor de 1.9 litros TDI con 160 cv se ha convertido en el terror de las carreteras. Ahora le toca a uno de los más nuevos, el Altea, un monovolumen compacto que combina una gran funcionalidad con una estética y motores agresivos. Ahora suma a sus cualidades un motor con una deportividad descomunal.
p>Exactamente han elegido el 2.0 TDI de 140 cv y lo han exprimido hasta extraer 30 cv más, hasta los 170 cv, mejorando también el par motor en 30 Nm, lo que garantiza unas prestaciones de escándalo, tales como una aceleración de 0 a 100 km/h de 8,6 segundos o unas recuperaciones fulgurantes de 8,9 segundos para pasar de 80 a 120 km/h en quinta velocidad, cifras dignas de los mejores deportivos. El consumo se mantiene en unos límites ínfimos, declarando en ficha técnica sólo 6,2 litros a los 100 km en ciclo mixto. ¡Y todo esto en un monovolumen!
p>Ante la competencia se posiciona claramente en la órbita más deportiva del segmento, a pesar de que entre sus rivales encontramos a un potente Corolla Verso 2.2 D-4D con 177 cv y acabado Sport, con un tacto general más confortable que el que hoy nos ocupa. También podríamos situar de cerca al Opel Zafira 1.9 CDTI de 150 cv, que logra unas prestaciones muy buenas, aunque no como las del Altea FR. Por otra parte, la imaginación al poder, sería totalmente factible en un futuro próximo, un Renault Scénic con el nuevo motor diesel de 2.0 litros con 175 cv que monta el Laguna, otro posible competidor, aunque lo que está claro es que ninguno de estos modelos rezuma tanta deportividad con mecánica diesel como el Altea FR. Estará en los concesionarios en mayo con un precio de 25.835 euros, casi exacto al que propone el modelo japonés.
Diego Zotes, Autocity
19 de Enero de 2006
DISEÑO MUY RACING

A pesar de no alterar la carrocería del Altea convencional, aunque con grandes cambios en el chasis y el tren de rodaje, el nuevo Altea FR incorpora elementos estéticos y funcionales distintivos de sus hermanos pequeños. A primera vista encontramos un paragolpes frontal con una gran apertura para la refrigeración del líquido del radiador y del aire caliente del turbo en el intercooler. Los espejos retrovisores con la parte exterior satinada en plata delatan inmediatamente la deportividad en todas las versiones más radicales del grupo Volkswagen. En la vista lateral destacan unas llantas de aleación de 5 radios de 17 pulgadas en color titanio, que albergan unos neumáticos deportivos 225/45, así como unos discos de freno de grandes dimensiones, que alcanzan en la parte delantera los 312 mm. y en la trasera 286, incrementando la seguridad activa. Los cristales tintados son de serie en esta versión FR. Ya en la zona trasera se aprecia una salida de escape doble con las bocas cromadas, al estilo de los deportivos de raza.

p>El interior no deja lugar a dudas de lo que nos espera en este Altea, con una atmósfera muy racing muy conseguida, donde la anatomía del piloto toma pleno protagonismo, con un volante y una palanca de cambios, ambas forradas en piel y grabadas con el logotipo FR, con la forma de las manos para sujetar el volante a la perfección y engranar las marchas con la precisión que exige la conducción más extrema. En ese momento agradeceremos encontrarnos sentados en unos asientos delanteros de gran sujeción, similares a unos bacquets civilizados con alguna concesión al confort y una sujeción lateral intachable, que también muestran las siglas FR bordadas en su respaldo. Algo más ‘light’ son los dos asientos laterales traseros, presentados en un banco completo pero con posiciones independientes, permitiendo viajar entre ellos a un pasajero de forma algo incómoda. Ahora este banco se puede mover hacia delante permitiendo un mayor espacio de carga en el maletero, que va desde los 409 litros hasta los 510. La consola símil carbono contribuye a la sensación de cockpit de coche de carreras que transmite el habitáculo. Los plásticos siguen pareciéndonos demasiado rígidos, previendo que con el paso del tiempo provocarán ruidos parásitos algo molestos. Aún así, la terminación es muy buena.

A toda marcha

A TODA MARCHA

Sin duda con el sorprendente motor del Altea podremos disfrutar conduciendo desde serpenteando por un trazado revirado por un puerto como por las largas rectas de autopistas a altas velocidades de crucero, sobrepasando los 200 km/h holgadamente. Este cariz deportivo se ha conseguido fundamentalmente mediante la revisión al alza de la potencia del bloque de 2.0 litros TDI para alcanzar la friolera de 170 cv. Las claves para conseguir esa alta cifra de potencia se debe fundamentalmente a la sustitución de los ya obsoletos inyectores electromagnéticos por unos nuevos y muy eficientes inyectores piezoeléctricos, a un nuevo mapeado del sistema de inyección y al cambio del turbocompresor del motor de 140 cv por uno de mayor tamaño, que quizás entrega la potencia un poco más arriba pero con más intensidad, perceptible, y hasta pasadas las 4.000 vueltas. Al pedal la sensación de entrega de todo el par comienza a partir de aproximadamente las 2.000 vueltas, y la precisión del cambio manual de 6 velocidades, el único disponible, se encarga de catapultarnos en cualquier circunstancia, sin obligarnos a jugar en exceso con el cambio. De hecho, tiene tanto par motor que, acariciando el acelerador, nos veremos por encima de los 160 km/h sin darnos cuenta, y no encontraremos muchos rivales en calidad de rodadura en los segmentos medios.
p>Para digerir mecánicamente toda esta potencia y empuje, además de para transmitir la sensación a los pasajeros de que todo está bajo control, han confiado plenamente en el excelente y reconocido ‘chasis ágil’ que emplea la marca en todos sus modelos, aunque optimizando varios elementos dinámicos, como es el tren de rodaje mediante el aumento de la rigidez de las barras estabilizadoras delantera y trasera, la primera en un 20% y la segunda en un 50%, conjuntamente con el endurecimiento de la suspensión, para erradicar el molesto balanceo en apoyos y mantener siempre las cuatro ruedas sobre el asfalto. En situaciones límite, el ESP de serie corregirá nuestros deslices. La suspensión es excesivamente firme y seca, sobre todo para tratarse de un modelo familiar, aunque los responsables del diseño de esta versión nos han confirmado que esa es la intención, posicionar al Altea como la alternativa de comportamiento más deportivo entre los monovolúmenes compactos de altas prestaciones. A nosotros personalmente nos parece una afirmación algo incorrecta, puesto que esa rigidez nos obligará a buscar a nuestra familia en el techo agarrados de pies y manos cada vez que afrontemos un bache que no avise.
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