Los coches de los famosos

Cuentan que el primer día que el futbolista camerunés Samuel Etoo apareció por el entrenamiento de su entonces club, el Real Mallorca, con una especie de camión blindado de ruedas contundentes y de líneas fortificadas, la mayoría de sus compañeros no sabían de qué se trataba. Era un Hummer, el H2, un coche valorado en más de 100.000 euros y que por aquel entonces sólo tenía presencia en las avenidas de purpurina de Hollywood o entre los hambrientos por el juego que recorren la jubilosa ciudad de Las Vegas. Mi pasión son los coches. Me gusta verlos, hacerles cambios, conducirlos. Cuando estoy un poco decaído, me monto en uno de mis coches y ello me hace levantar la moral, dice Etoo ante quienes cuestionan su alta inversión económica en coches de alta gama. Ya saben, los coches una droga.
Un patrón comparten los deportistas de élite en ese mundo de fuegos artificiales en el que viven: una flota de coches deportivos. No es raro que en sus majestuosas mansiones Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney o Zlatan Ibrahimovic reúnan piezas de más de 500 cv de potencia algunas de ellas estrelladas en mitad de un túnel, ¿verdad Cristiano?- y con preparaciones exclusivas de los mejores carroceros del planeta. Hagamos un pequeño recuento. Cristiano Ronaldo y su Ferrari 599 GT (350.000 euros), Thierry Henry y su 007 Aston Martin Vanquish (que en la edición limitada de 40 unidades, S Ultimate, como broche a 40 años de producción, alcanzó un valor de 273.000 euros), Ibrahimovic y su Ferrari Enzo (400 unidades en todo el mundo, con un valor que puede alcanzar hasta los 700.000 euros), Rooney y Lamborghini Gallardo (232.000 euros), Didier Drogba y su Mercedes SL 65 AMG (por encima de 300.00 euros con un motor V12 biturbo de 670 cv). Los deportistas que residen en Estados Unidos, la cuna de la fama, el dinero y el poder, evidentemente no rehúyen de esta pasión. Así, por ejemplo, el futbolista-anuncio David Beckham invierte buena parte de su fortuna en el mundo de las cuatro ruedas, con unidades tan clásicas como bellas, el Porsche 911 Turbo Cabriolet (163.00 euros). Rompe con la norma de coupés o cabrios deportivos, el jugador de la NBA, Shaquille O’Neal, que con sus más de 150 kg de peso necesita del portentoso y descomunal Cadillac Escalade (66.000 euros).
Otro de las capas sociales que no se quedan al margen de la pasión por la gasolina son los artistas. Siempre asociados con otros vicios, también han sabido nadar y guardar la ropa para adquirir unos cuantos caprichos. Por ejemplo, Jay Kay, vocalista y líder del grupo de música electrónica Jamiroquai, almacena en su garaje más de una docena de coches, entre otros, el mítico BMW 200 Turbo, un turismo de competición diseñado para pulir curvas de circuito. Por su parte, Nick Manson, batería del grupo británico Pink Floyd, es un amante de los deportivos italianos, los tiene de todos los colores, marcas y carroceros, pero su joya de la corona, un emblema de la década de los 50 en los orígenes de la F1, es el Maserati 250 F, un monoplaza de valor incalculable, del que no me desprendería jamás, ni por todo el oro del mundo, dice el artista. Mientras, Liam Howlett, rostro de The Prodigy posee un McLaren F1 (180.00 euros), otro mito de la Fórmula Uno pero con aspecto de coche de calle, si es que es posible convertir un McLaren coche de calle. Y en medio de esta vorágine por la F1, Bernie Ecclestone, el patrón de ésta, uno de los mayores espectáculos deportivos del mundo, se decanta por un lujoso y burgués Maybach 57 S, valorado en más de 500.000 euros.
El director con más fama y dinero de Hollywood, Steven Spielberg, también guionista y productor, conduce diariamente un pequeño capricho descapotable como es el Lexus SC 430 Cabriolet. Nicolas Cage, actor que ha sabido llenarse bien los bolsillos con películas más o menos discutidas por su calidad, serpentea por la colina de Hollywood con un coche de coleccionista, el Bugatti Atalante, de 1936, uno de los 17 modelos que produjeron y que 74 años después ha sido rescatado por Cage. Hace un año pagó por él 3,4 millones de euros. El protagonista de La Roca o Leaving Las Vegas asegura que lo usa a diario cuando está en casa. La actriz Cameron Díaz apuesta por el Porsche 996 Carrera.
Brunei, el país más joven del mundo y uno de los más ricos gracias al petróleo, al sudeste de Asia, tiene como jefe de Estado al Sultán Muda Hassanal Bolkiah, que cuida con mimo sus más de 50 coches de coleccionista, entre ellos nos ha llamado la atención el SUV Bentley Dominator, que debe parte de su mecánica y chasis al Range Rover. La mayoría de las escasas unidades producidas por Bentley han sido encargos del propio Sultán, que se ha hecho a medida su Dominator. Cosas del dinero. Y hablando de riqueza, Bill Gates, fundador y dueño de Microsoft y considerado el hombre más rico del planeta por diversas publicaciones, demuestra un sumo gusto por los coches, eligiendo el Porsche 959 como su coche fetiche, un superdeportivo alemán producido entre 1986-88, con un motor bóxer de seis cilindros con 2.850 cc y 450 cv. Siguiendo con personalidades archifamosas, Ralph Lauren, diseñador de moda y con el legendario Mercedes-Benz SSK de 1929 entre sus joyas automovilísticas, con 225 cv de potencia y capaz de alcanzar una velocidad máxima de 166 km/h. Por último, no queríamos dejar fuera de esta clasificación a la monarquía, siempre cuestionada por el origen de sus riquezas, y que tiene al Rey Constantino de Grecia como uno de los mayores apasionados de los coches, especialmente de la marca más lujosa, celestial y barroca del planeta: Rolls Royce, en esta ocasión, el Phantom Coupé, valorado en 538.000 euros.

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