Space Star Di-D

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UN RIVAL DE CUIDADO

Mitsubishi ha actualizado su Space Star dotándolo de una mecánica turbodiesel de inyección directa -el 1.9 dCi de Renault- que le hace mucho más competitivo frente a sus rivales europeos y asiáticos, al tiempo que mantiene un precio muy contenido, por debajo de los 3 millones de pesetas.
Hasta ahora el Mitsubishi Space Star representaba una de las opciones más homogéneas de monovolumen familiar medio compacto, tanto por sus dimensiones -muy poco más de 4 metros de largo- como por su habitabilidad, sin pasarse de altura (1,52 m) y con un diseño a caballo entre el turismo familiar amplio y el monovolumen puro. Su único ‘handicap’ radicaba en la ausencia de una versión diesel, la motorización más demandada en estos vehículos, difícilmente suplido con el 1.3 de gasolina y 86 CV. Ahora con este 1.9 DCi de 102 CV se cubre con creces esta laguna, hasta el punto de ofrecer un vehículo más interesante y con mejores prestaciones que el propio 1.8 GDi de 122 CV.

Diseño y Equipamiento

HABITABILIDAD RAZONABLE

En cuanto a diseño, poco que decir que no se sepa de este Space Star que es uno de los pocos monovolúmenes compactos que sigue fiel -junto con el Fiat Multipla- a la fórmula ‘4 metros’, cuando la competencia parece tender mayoritariamente hacia los ‘cuatro y cuarto’, una carta a su favor cuando se ofrecen sólo 5 plazas. Por cierto que éstas son reales, aprovechando los 1,35 m de ancho posterior, con un suelo plano que permite sentar en su banqueta tres adultos sin muchas dificultades, siempre y cuando no sean de gran talla. La altura al techo es más que suficiente, así como el espacio para piernas, máxime con un generoso fondo de banqueta.
Delante las dos plazas son muy cómodas, con reglaje en altura la del conductor -con un tanto extraño y no muy práctico mando-, que disfruta de un puesto de conducción más próximo al de un turismo que al de un monovolumen. Se va sólo algo más alto que en un Carisma, por ejemplo, y el salpicadero ofrece además de la guantera tres huecos portaobjetos más, pequeños pero bien situados y de ellos dos con tapa. Bajo el asiento del acompañante lleva una bandeja portaobjetos, y sendas bolsas tras los respaldos. A cambio detrás no tenemos huecos apreciables salvo éstas, ya que no hay huecos en las puertas ni en el piso (no hay doble fondo en su plataforma). Su única modularidad corre a cargo del desplazamiento longitudinal de la banqueta, que permite jugar un poco con el fondo útil del maletero, pero los asientos no se desmontan fácilmente y sólo se pliegan por mitades asimétricas.

Y ya que hablamos del maletero, hay que decir que es un punto fuerte del Space Star. Pese a ser de los más cortos de su clase, casi iguala al del Fiat Multipla (que le gana por ser más alto), ofreciendo desde un mínimo de 370 litros a un máximo de 450 oficiales, que prácticamente coinciden con la capacidad real. Un gran resultado para un coche de 2,5 m de batalla, con unas torretas de suspensión nada compactas y además con una rueda de repuesto normal bajo su plano de carga.

El salpicadero bicolor está muy conseguido, con una pantalla multifunción bien ubicada en el centro y en lo alto, un volante graduable en altura y un cuadro bien dispuesto y de fácil lectura. Reglajes de espejos eléctricos, de altura de faros, faros antiniebla, etc, están bien situados a la izquierda del tablero, el cambio resulta preciso y muy a mano y sólo le faltaría para llegar a la perfección unos respaldos con mejor sujeción dorsal. La visibilidad es muy buena, incluso de noche, con una excelente luz de cruce, y la dirección ofrece el justo tacto, ni suave ni duro, junto a una rapidez más que suficiente (3 vueltas de tope a tope) y menor radio de giro de lo habitual, lo que da la sensación de manejar un coche más pequeño de lo que realmente es.

Motor

MECANICA EXCEPCIONAL

En cuanto a motor, este 1.9 dCi de origen Renault (el mismo de los Volvo S y V 40) se muestra pletórico de facultades, en especial en un coche bien rodado (casi 8.000 km al inicio de la prueba). El sempiterno bloque de 1.870 cc y carrera larga dotado de inyección directa por ‘common rail’, eleva su potencia a 102 CV y gana en par (21,9 mkg a 1.700 rpm) y en suavidad y silencio de giro, con un funcionamiento realmente redondo desde poco más de 1.300 rpm hasta las 4.500, a partir de las que ya no merece la pena insistir.
Gracias a un peso bastante contenido -tonelada y cuarto- y una buena aerodinámica (con su perfilado morro e inclinado parabrisas), los resultados ante el crono son muy brillantes. Para 102 CV teóricos, superar los 185 km/h y rebajar los 32,5 segundos en el km desde parado (y sólo 10,6 segundos de 0 a 100 km/h) son cifras casi ‘cañoneras’. Parte del mérito la tiene el cambio, muy bien escalonado y con un desarrollo final en 5ª prácticamente neutro (la velocidad máxima la logra al régimen de potencia máxima). Su brillantez motriz se aprecia en la facilidad con que rueda a cruceros de 160/170 km/h de contador (entre 155-160 reales) sin que el consumo se dispare, y en lo bien que tira a plena carga.

El motor empuja de lleno entre 1.500 y 3.500 rpm, o sea en todo el régimen útil, manteniendo constante el par todo el tiempo, con una leve punta sobre 2.500 rpm. Tal parece que su turbo es de geometría variable, cuando no lo es (sólo en el motor Di-D de 115 CV, reservado por ahora al Carisma). Ello supone rodar con gran desahogo en 5ª a 3.000 rpm (140 km/h) y lograr las 4.000 rpm tras un corto lanzamiento, lo que supone los 186 km/h reales, aunque la aguja se acerque exageradamente a los 200. Y eso con unos consumos muy razonables, que aunque superen los oficiales, se quedan en 5,3 litros/100 km a crucero turístico (90/100 km/h) y 5,9 a 120/130, sin pasar de 6,7 en marcha rápida de 140/150, ya abiertamente por encima de las limitaciones vigentes. En conducción deportiva, que admite sorprendentemente bien, sube algo por encima de 7, que viene a ser como el gasto urbano.

Comportamiento

COMPORTAMIENTO SIN TACHA

Tan agradable o más que su empuje es su comportamiento, muy aplomado pese a la modesta monta de neumáticos (185/65 R 14) en llantas de sólo 5,5 pulgadas. Con un perfecto equilibrio de amortiguación, sus suspensiones independientes a las 4 ruedas trabajan bien sujetas, con un acertado compromiso entre confort y agarre que permite apurar al límite su adherencia sin que se descoloque en curva, subvirando lo justo y con una trasera bien sujeta.
Al límite, y mientras los neumáticos protestan sonoramente, sólo notaremos un contenido balanceo y un progresivo deslizamiento del tren anterior perfectamente corregible a base de levantar lo justo el pie del acelerador, para que la zaga ayude a restablecer la trayectoria, sin miedo -salvo que la forcemos adrede- a que se descoloque. El mejor elogio es que está al nivel de una buena berlina de turismo, sin que el diseño monovolumen le pase factura en este apartado, y sin tener que inflar muy duro los neumáticos (2,2 y 2 bares delante y detrás, en vacío, y 2,2 y 2,3 a plena carga).

El único aspecto perfectible sería el de los frenos, y no porque no cumplan honestamente su cometido (62 metros de 120 km/h a 0 en la frenada a fondo) sino porque en vista de lo mucho que anda quizá se echa en falta algo más de potencia, pese al doble servo en tándem, y sobre todo, de resistencia al trato duro, ya que al cabo de 4 frenadas a fondo acusan el esfuerzo, obligando a pisar con fuerza sin que ello impida que las distancias se alarguen irremisiblemente. Quizá con algo más de goma (unas 195/60, por ejemplo) mejorarían, pero los discos ventilados delanteros (cuya medida no da la casa, pero que por la nuestra se quedan en sólo 247 mm) deberían tener al menos el diámetro de los macizos traseros (261 mm). Sobre el ABS, nada que añadir; entra cuando debe y sin hacerse notar demasiado.

Conclusión

SOBRIO Y VELOZ

Si pensamos en su precio – 2.924.000 pesetas- en este nivel de acabado Comfort Plus, que trae de serie doble airbag y los laterales, ABS, llantas de aleación, faros antiniebla, 4 frenos de disco con ABS+EBD, reposacabezas delanteros y traseros, aire acondicionado, cierre centralizado con telemando, 4 alzacristales eléctricos (los 4 con toque secuencial), radiocassette, retrovisores exteriores eléctricos y calefactables, limpiaparabrisas de intermitencia variable, ordenador de a bordo, apertura interior de trampilla de carburante, etc no queda más que añadir que sus rivales del segmento de monovolúmenes compactos tienen en este Space Star Di-D un competidor francamente temible.

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