Seat León 2.0 TFSI 185cv

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DEVORADOR DE CURVAS

Antes de probar por primera vez el nuevo León no tenía duda de que me iba a encontrar un compacto deportivo y que destacaría por su comportamiento, pero mis prejuicios se han quedado cortos. Es una máquina devoradora de curvas, posee una estabilidad impresionante y tiene una conducción tan precisa como predecible. El nuevo León ya está aquí para comérselos a todos.
p>   Impactante. Más que por las notables prestaciones de su motor -en teoría un descafeinado sobre la base del que equipa el Golf GTI- por las aptitudes del bastidor. Pese a compartir todos los componentes básicos con todos los compactos del Grupo VW-Audi, que no son precisamente pocos, el León parece proceder de otro planeta. La agilidad del nuevo Seat está por encima de todo lo visto hasta ahora en la categoría compacta, y la motricidad con que el tren delantero obsequia al conductor al apurar el acelerador a las salidas de cualquier tipo de curva hace dudar momentáneamente sobre su tipo de tracción. Para disfrutar de este motor habrá que esperar hasta septiembre, pero la puesta a punto del TDI de 140 caballos que estos días llega a los concesionarios es muy similar.
p>Ligero, intuitivo, siempre inmediato respondiendo al volante Una delicia que sin duda conquistará el corazón de los automovilistas que llevan dentro un pequeño piloto. El motor da más de lo que parece, algo a lo que ayuda mucho el desarrollo de la caja manual de seis velocidades, pues no es muy común entre la competencia que puedas llegar al corte en la marcha más larga, y salvo detalles menores que repasaremos más adelante, resulta demasiado puntilloso valorar su comportamiento desde un punto de vista deportivo por debajo del sobresaliente. ¿Queda claro?
Carlos Lera, Autocity
23 de Junio de 2005

Interior

INTERIOR

En Seat tiene claro que al público de los compactos, o al menos al público de los compactos que quieren ganar para la causa española, lo que le gusta es gozar de un coche con prestaciones de altura y divertido de conducir. Un coche para que cada vez que su propietario se ponga al volante sienta placer y disfrute. Pero el público de Seat tiene también otras necesidades completamente utilitarias; como llevar gente, por ejemplo.
El nuevo León dispone de más espacio interior que su antecesor, y sin embargo exteriormente da mayor sensación de deportividad. La cabina está más adelantada y la caída del techo es más suave de lo que óptimamente indica la línea de las ventanillas posteriores. Precisamente, los tiradores de las puertas traseras están escondidos en el marco y contribuyen a disimular el auténtico potencial práctico del coche. Las plazas traseras son amplias en todos los sentidos y además luminosas, aunque su acceso no es de los más cómodos. El maletero tiene 341 litros de capacidad y el acceso al mismo desde el portón peca de un plano de carga bastante elevado, una concesión al diseño para potenciar la robustez de la parte trasera.
La posición al volante permite un ajuste muy preciso para cualquier gusto y desde el punto de vista de una posición de conducción ‘de libro’ no admite ninguna queja. El cuadro de instrumentos tiene el cuentarrevoluciones en el centro, un diseño atractivo e incluye la información básica de velocidad, temperatura de agua y nivel de combustible, además de una pantalla multifunción para visualizar las funciones del ordenador de viaje. Aunque el diseño del salpicadero ofrece el mismo motivo que en el Toledo y el Altea, el material tiene mucho mejor aspecto, pasando del plástico duro de sus compañeros de gama a un plástico mullido mucho más agradable y con mayor sensación de calidad.
p>La luneta trasera es pequeña, mientras que en general se tiende a colocar vidrios de grandes dimensiones orientados a favorecer la funcionalidad. La visibilidad no es particularmente mala, aunque evidentemente podría ser mejor pero la estética es importante para el comprador del León, y al igual que sucede con la matrícula delantera pequeña, o el plano de carga del maletero, no pasa de ser una ligera incomodidad con buenos resultados estéticos.

Comportamiento

COMPORTAMIENTO

Unas suspensiones completamente independientes con sistema multibrazo trasero es el punto de partida ideal para ofrecer comportamiento y comodidad al mismo tiempo, pero si al conjunto básico y común le meten mano los ingenieros y el equipo de pruebas de Seat, lo que sucede es que se magnifican las posibilidades dinámicas hasta extremos difíciles de superar en carretera por un compacto de cinco plazas y maletero. Va durito, desde luego, pero en carreteras con buen asfalto no se notan demasiados botes, y aunque si se deteriora el piso se vuelve seco de amortiguación, no da la impresión de tender a descolocarse, ni se resiente la comodidad más de lo imprescindible.
La dirección es muy precisa pero no excesivamente directa, y salvo casos extremos no necesité aplicar más volante del indicado por la trayectoria de las curvas para salir de ellas. Poco o nada subvirador, pero tampoco se mueve de detrás. El trabajo realizado en la dirección y las suspensiones -el concepto definido por los propios ingenieros de la marca como ‘chasis ágil’– alcanza en las nueva generación del León, y en especial en el modelo más potente disponible de momento, su máxima expresión.
p>Los dos puntos que no llegan al sobresaliente -aunque aprueban holgadamente- son el accionamiento del cambio de marchas y el mordiente de los frenos. Como anda mucho esperaba que frenara en consecuencia, pero tiene un primer recorrido suave que llega demasiado lejos, y cuando se quiere modular una frenada fuerte la capacidad para administrar la presión sobre el pedal es muy sensible. Es posible que sea cuestión de las pastillas de las unidades de pruebas, sometidas continuamente a altos esfuerzos, y en cualquier caso dudo que sea un problema de difícil solución. En cuanto al cambio de marchas resulta un poco impreciso, tanto subiendo como bajando relaciones. Eso sí, los ajustados desarrollos hacen que el uso de la palanca acabe resultando aprovechable en cualquier marcha.
p>Por último no quiero olvidarme del sonido, que aunque sea algo completamente subjetivo, hay que reconocer que casa perfectamente con el carácter del coche y avisa sin timidez a los peatones del aparato que se acerca.

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