Avantime 3.0 V6

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PLATILLO RODANTE

Pocos coches llaman tanto la atención rodando como el Renault Avantime. Porque si hubiera que buscar una íntima razón de ser de este vehículo, la más esencial es la de no parecerse a ningún otro. Algo que sin duda consigue, a base de audacia, diseño y tecnología.

Porque desde luego, el Avantime da la campanada, y representa todo un desafío para un modelo de producción comercial. Aunque está hecho sobre la base del Espace, de entrada no se sabe muy bien lo que es, pese a que la marca lo defina como ‘coupé monovolumen’. Porque cuesta definirlo como coupé, aunque sólo tenga dos puertas, y tampoco acaba de ser un monovolumen, aunque por morro y por altura lo parezca. Ancho y alto (1,83 por 1,62 m, respectivamente), se presenta como ‘Coupé Gran Turismo’, con sus 4,6 m de largo y sus dos grandes puertas de nada menos que 1,4 m de largo y 55 kg de peso cada una, junto con una batalla de 2,7 m (igual que el Espace) y un peso que supera con creces la tonelada y media (1.740 kg). Desde luego, el Avantime hace honor a su nombre adelantándose a su tiempo.
IDENTIDAD MESTIZA

Porque una cosa es presentarse como un turismo de gama alta para aquellos que no están satisfechos con el conformismo de las berlinas tradicionales, y otra mejorar realmente la oferta estática y dinámica de éstas. Para su tamaño, la habitabilidad del Avantime deja mucho que desear, con unas plazas traseras impropias de un coche de más 1,8 m de ancho (el ancho útil se queda en 1,36 m) y un espacio para piernas que tampoco es tan generoso en un coche de 2,70 m de batalla. Por si fuera poco los asientos delanteros bajan tanto que apenas hay sitio bajo ellos para los pies de los pasajeros traseros y la altura al techo es un tanto justa para personas de 1,85 m de altura. Eso sí, delante sobra sitio por todos lados, con una desproporción nada funcional respecto a la zona trasera.
Pero si conductor y acompañante gozan de gran amplitud, el reparto de huecos es un tanto extraño, con una guantera ‘virtual’ ridículamente pequeña para su tapa -es más grande, y acaba por hacer de guantera ‘real’ el cajón central en la consola, refrigerado y con llave aparte-, que lleva otro encima donde se integra la pantalla del GPS. Lo mismo se puede decir de los mandos, desperdigados en vez de agrupados (climatización en el rincón de la izquierda -junto a la puerta-, radio en el cuadro de instrumentación -actuable sólo con mando a distancia-, debajo el navegador en la consola sobre una cajonera con tapa, algunos mandos al volante), lo que complica y distrae a la hora de conducir.

Habitabilidad

LAS PUERTAS DE LA DISCORDIA

El acceso mediante las puertas de ‘doble cinemática’ no deja de ser otro de los detalles controvertidos de este Avantime, un sistema impuesto ya que al tener sólo dos puertas y ser éstas tan grandes, con una apertura a bisagra simple, hace falta mucho sitio despejado lateral para entrar y salir, ya que con 1,40 m de largo enseguida tocarían con el coche de al lado en un garaje o aparcando en batería. El sistema empleado no es más que una doble articulación mediante la cual al abrir, la segunda se desplaza hacia adelante respecto a la primera, permitiendo aumentar el ángulo al tiempo que despeja un poco más la entrada.

Parte de los retrasos que ha sufrido este Avantime hasta salir al mercado han tenido su origen en estas puertas, que aún así siguen siendo fuente de ruidos. Por no hablar del panel de puerta que se desplaza con la doble articulación, la ausencia de marco superior -que hace temblar la luna entera sobre mal piso, dado su tamaño- y otras zarandajas fruto de cuando se diseña primero y se piensa después. Y además, pese a su ‘doble cinemática’, siguen abriendo poco, resultando algo incómodo el acceso a las plazas traseras.
Los asientos son quizá lo mejor, al menos los delanteros, por su tamaño y banqueta, y menos por el respaldo, que sujeta poco. Pero choca en un coche tan ‘marciano’ como éste el ajuste manual de longitud o la falta de reglaje en profundidad del volante, así como la mala visibilidad por el retrovisor interior, imperdonable en un coche de su altura, por no hablar de la mala visibilidad trasera general (luneta relativamente pequeña, con demasiada zona opaca en el tres cuartos trasero, y apoyacabezas traseros demasiado sobresalientes). Tampoco delante se ve mucho mejor, con unos retrovisores exteriores mal colocados (muy atrás) y unos montantes de parabrisas gruesos y tan adelantados que estorban la visión lateral. Sin duda es el precio del diseño, como también sucede atrás con una extraña zaga que sobresale bastante más de lo que señala el corte de la luna del portón, lo que a la hora de dar marcha atrás, de no ser por los sensores de aparcamiento, podría dar lugar a más de un aparcamiento involuntario ‘de oído’.
A cambio, el maletero es inmenso, incluso sin contar el hueco portaobjetos que hay bajo su plano, con tapa. Y pese a no ofrecer formas muy regulares y presentar un umbral de carga muy alto, sus casi 560 litros reales le permiten una capacidad insólita no sólo para un ‘coupé monovolumen’, sino frente a muchas berlinas de 4,6 m de largo. Lástima que la rueda de repuesto (de acceso externo) sea de emergencia, porque lo que este coche pide son los neumáticos Pax System de Michelin, capaces de rodar sin aire, que la eliminarían, y que desde luego resultan mucho más adecuados en el Avantime que en el Scénic, único Renault en ofrecerlos por ahora.
Otro detalle específico de este curioso Avantime es su techo practicable de vidrio, de grandes dimensiones con doble zona despejable, lo que junto a la posibilidad de bajar las ventanillas traseras -sin existir pilar central- permite una sensación ‘todo abierto’ casi de descapotable, aunque dados los remolinos internos de aire que se forman en un habitáculo tan grande, no es aconsejable superar los 90 km/h en estas condiciones.
PRESTACIONES INSOLITAS

Al levantar el capó (con bastante mejor acceso de lo esperable) nos encontramos con el aristocrático corazón de este monovolumen de altos vuelos. Nada menos que un 6 cilindros en V, el mismo V6 3.0 con 24 válvulas ya disponible en el Espace y Laguna, aquí con 210 CV y un generoso par de 29,6 mkg a 3.750 rpm. Un motor suave y poderoso, que mueve un cambio manual de 6 velocidades que le permite andar en silencio por cualquier ruta, con una agilidad y brillantez impropias de su tamaño. Con tal corazón motriz, el Avantime se permite sobre el papel unas prestaciones muy brillantes (220 km/h y 8,6 segundos de 0 a 100 km/h), gracias también al empleo de la caja manual de cambio PK6, con 6 relaciones y un 25% más precisa que la anterior de 5, junto a un 30% de disminución de rozamientos internos, y eso siendo encima más ligera (2 kg menos).
Gracias a este cambio, cuya 6ª casi da 43 km/h por 1.000 rpm de motor, el apetito del Avantime no es todo lo voraz que sería de temer en un coche con motor de gasolina de tres litros, un peso de 1.740 kg en vacío y una impresionante sección frontal, junto a unas ruedas con neumáticos de 235 mm de ancho. De todos modos, no hay que llamarse a engaño: el Avantime no es precisamente sobrio. Si se le saca partido a todo lo que lleva dentro el motor -que es mucho- veremos cifras de consumo en el ordenador de a bordo que nos provocarán sudores fríos El coche hace los 208 km/h reales (en 5ª) y baja de 31 segundos en el km con salida parada (9,2 en el 0-100 km/h), pero a cambio tampoco baja de 9 litros en su consumo mínimo normal, para situarse en los diez y pico en autopista (120/130 km/h) y pasar de 12 si le damos gusto al pie (14,3 en conducción deportiva, más incluso que en ciudad, donde tampoco baja de 13) Y eso a base de rodar en 6ª lo más posible, porque si nos ponemos a jugar con su excelente cambio -preciso y rápido- superaremos estas cifras.

Eso sí, admite rodar a 160/170 km/h bajo un nivel de suavidad y silencio insólitos, y con muy buenos modos. La velocidad máxima la logra en 5ª, ya que la 6ª está más pensada como marcha de descanso (aún así roza los 200 km/h en ella, a 4.700 rpm) y se permite el lujo, dada su altura, de andar como un ‘AVE’ del asfalto. Por encima de tal crucero, ya empieza a ser algo más exigente (sensibilidad al viento lateral, suspensión un poco blanda) pero claro, hablamos de velocidades que nos pueden costar ya el permiso de conducir Por no hablar del consumo a tal ritmo, capaz de duplicar el normal.

Comportamiento

COMPORTAMIENTO TAMBIEN INSOLITO

La suspensión del Avantime es bastante clásica, recurriendo a un eje delantero Mac Pherson y un torsional posterior, con un tren rodante confiado a ruedas de aleación de 7,5 x 17 pulgadas, calzadas con neumáticos Michelin especialmente diseñados para este coche, los Pilot Primacy de 235/50 VR 17. Los frenos son de disco en las 4 ruedas, ventilados los delanteros (305 mm) y macizos los traseros (265 mm), y de serie, además del ABS+EBD y el servofreno de emergencia, dispone también del control dinámico de estabilidad ESP.
Con todas estas ayudas el comportamiento del Avantime no deja de ser absolutamente seguro y fiable, pese a que al límite el ESP trabaja más de la cuenta (no hay que olvidar su gran peso). Aunque por aspecto, altura y tamaño no parezca que se preste a una conducción deportiva, la admite y la soporta sin pestañear, aunque en terrenos muy quebrados su gran batalla y peso le restan agilidad, pero no mucho más que a un Laguna, por poner un ejemplo de Renault de excelente estabilidad. Pero su ‘habitat’ natural es la autovía, donde consigue transportar a sus ocupantes con una comodidad y una suavidad increíbles a cruceros francamente rápidos. Se tiene muy bien, tiene un cambio delicioso, una dirección suave y agradable en ciudad, y su suspensión es un ejemplo de confort y refinamiento. Si los frenos -potentes, pero algo escasos en función del peso- soportaran mejor el trato duro (en caliente obligan a pisar con bastante fuerza, sin que se anticipe el ABS) quedaría perfecto.

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