90 aniversario de Mazda

Las alas de la deportividad

Antes de que en 1989 Mazda lanzase al mercado su legendario MX-5, el que se convertiría años más tardes en el roadster más vendido de todos los tiempos, el que transformó extraordinariamente el mercado de los deportivos, el que es el principal artífice del halo de deportividad que transmiten sus nuevos modelos, la firma nipona había atravesado por coyunturas complicadas; a un centímetro de ser absorbida por los grandes grupos automovilísticos, a un palmo de convertirse en una minúscula fábrica de coches con un mercado reducido a Japón y al Lejano Oriente, a un milímetro de la desaparición. La frustrante rutina, desde su origen en 1920, hasta que vio la luz su primer coche de cuatro ruedas, el R360 coupé biplaza en 1960, era el pan de cada de día de los empleados de Toyo (Oriente) Cork Kogyo (Industria) Company Limited, empresa de corchos que había fundado Jujiro Matsuda junto a un grupo de accionistas.
Con una orientación empresarial cada vez más dirigida hacia el mundo del motor (en 1930, había construido 30 motocicletas y un año después sacó a la venta un interesante vehículo de tres ruedas, el MazdaGo), Matsuda tenía claro que había que dar continuidad al proyecto automovilístico iniciado: en 1934 aparece el primer logotipo de Mazda, cuyo nombre se hereda de un dios superior de la antigüedad, Ahura Mazda, y que fonéticamente se asemejaba al nombre de su impaciente e incansable fundador, en 1960 nacía el R360 y dos años más tardes fue el turno del Carol, el primer cuatro puertas de la marca con sede en Hiroshima. Siguieron los avances hasta que en 1967 se produce un punto de inflexión en Mazda: se desarrolla el primer motor rotativo, sobre el Cosmo Sports 110S, que rendía infinitamente más que los propulsores con pistones de la competencia.
El alcance de las ventas de estas primeras unidades fue creciendo paulatinamente, sin embargo su escaso impacto en el mercado europeo y norteamericano provocó graves problemas financieros que obligaron a Mazda, ya sin Matsuda, fallecido en 1952, a vender en 1979 el 25% de su capital al gigante Ford, que se benefició de las plataformas Mazda para comercializar sus modelos en Asia y Australia, como por ejemplo el Ford Laser (años más tarde el Ford Focus) o el Ford Telstar, y estableciendo su propia red de concesionarios en la isla.
Este zarpazo económico vino acompañado del nacimiento del impactante deportivo RX-7, del pick-up Rotary o la berlina Luce, que catapultaron a Mazda al cielo del mercado nipón en los 80, con modelos como el 626 y 323, éste incluso fue el coche más vendido en Japón, por delante del Toyota Corolla. El despegue nacional vino acompañado de una mayor notoriedad en EEUU, donde Mazda dise en 1988 el 626/MX-6, y la adquisici?n completa de una fábrica ensambladora en Colombia. Y en estas llegó el venerado MX-5 que irrumpió para comerse la parte del pastel que dejaron los pequeños descapotables ingleses de Mg o Triumph o la italiana Alfa Romeo con su Spyder. Europa, otro territorio explorado por Mazda.
La década de los 90, con permiso del triunfo del 787B en las 24 horas de Le Mans, fue frustrante para Mazda, que, en la búsqueda por equipararse con Nissan y Toyota, erraron la estrategia comercial diversificando los nombres de los modelos ya establecidos. Eunos, Efini y Autozam todos nombres que quedaron en el olvido. Tampoco ayudó el escaso éxito de la tercera generación del RX-7, uno de los buques insignias de la flota Mazda. No eran halagüeñas las perspectivas de futuro de la marca en otros mercados, con enormes dudas sobre qué logotipo escoger. mazDa fue la tipografía elegida en 1975 y que por cierto no le había proporcionado malos resultados-, pero otra decisión equivocada llevó a Mazda a sustituir su sello distintivo por uno nuevo más redondeado y que tenía un cierto parecido al rombo de Renault. Tras el batacazo, en 1998 Mazda crea el nuevo y definitivo logotipo hasta hoy, presente en todos los modelos y considerablemente más grande y llamativo que los anteriores.
El resto ya es historia en color. Mazda se quedó con las manos vacías, con poco o nada que ofrecer, hasta mediados de 2003, cuando resurge de sus cenizas con una flota vanguardista que iba desde un utilitario urbano con carácter (el Mazda 2) hasta una de las berlinas medianas más agresivas del momento (Mazda 6), pasando por el compacto Mazda 3 y el RX-8, la unidad que lanzó a la popularidad la nueva era Mazda, en la que la fiabilidad y deportividad de sus diseños son sus señas de identidad. Un dato de la fidelidad de los clientes: en 2006, en pleno apogeo de la campaña publicitaria Zoom-zoom, Mazda anuncia que ha vendido un millón de unidades de su afamado Mazda 3. Hablamos de 35 millones de vehículos producidos en sus 90 años de vida. Hablamos de Mazda.

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