Ford C-Max y Grand C-Max

La infraestructura que Ford ha desarrollado en Europa para convertirse en una de las marcas referentes del mercado y, más tarde, servir de plataforma para el mercado asiático y estadounidense, tiene un nuevo capítulo quizá el más importante de la década- con el lanzamiento, en España, a primeros de noviembre de los nuevos C-Max (monovolumen compacto, denominado así por la marca porque su longitud es menor de 4,5 metros) y Grand C-Max (monovolumen familiar, puertas correderas y posibilidad de incluir una tercera hilera de asientos; 2+3+2). Con estos modelos, la firma norteamericana arranca la nueva plataforma, denominada C-Car (One Ford), que cuando esté a tope de producción, es decir, cuando se inicie la fabricación del nuevo Ford Focus (también plataforma C), pretende tener una penetración universal de dos millones de vehículos.
La maestría mostrada por Ford, detractores de lado, en toda su nueva gama bajo el lenguaje escultural Kinetic Design se repite en estos dos modelos, que comparten el 70% de los elementos, pero, que desde el seno de la marca, acotan que su comprador estándar será muy diferente: aunque pueda extrañar, el pequeño C-Max, que representará el 77% de las ventas del total de ambos vehículos, es un modelo orientado más hacia parejas adultas con independencia y con gusto por la conducción elevada, mientras que el Grand C-Max tendrá su gran éxito entre las familias numerosas, con dos o más hijos pequeños. Sin querer entrar en interpretaciones, estos dos nuevos modelos suponen un retrato a pequeña escala del deportivo S-Max, en caso del C-Max, y del contundente y lujoso Galaxy, con el Grand C-Max.
La versión de acceso al C-Max, motor gasolina 1.6 Ti-VCT de 105 cv y acabado Trend, supone un desembolso de 17.850 euros, por el medio se quedarán los motores 1.6 TDCi (95 cv, por 19.950 euros; 115 cv por 20.950 euros), en un grado superior se colocaría el nuevo motor 1.6 gasolina Ecoboost (a continuación os contaremos la satisfactoria prueba de contacto que tuvimos con él) y los motores gordos diésel, el dos litros manual de 140 cv y el 2.0 TDCi Titanium con caja automática de doble embrague Powershift. Mientras que el monovolumen familiar cuenta con los mismos propulsores y acabados (Trend o Titanium), un precio de acceso a la gama de 19.500 euros y, la única diferencia, es que con el objetivo de dar una mayor salida a la caja automática de seis velocidades Powershift, Ford asocia su motor diésel de dos litros a una variante superior de potencia, de 163 cv (también probada por Autocity, y que en la siguiente página desmenuzaremos). Por cierto, antes de pasar a otros menesteres, sigue abierto la web de Ford (www.comonuncalohasvisto.com) para hacerte con un C-Max First Edition, antes del lanzamiento del modelo, allá por el 1 ó 2 de noviembre: su precio es de 20.950 euros en el caso del C-Max y de 22.950 euros en el Grand C-Max con siete plazas. ¿Su ventaja? Un equipamiento climatizador bizona, bluetooth + conector USB, faros bi-xenon, asistente de aparcamiento automático, llantas de 17, autoencendido de luces, sistema de aviso de presión de neumáticos, retrovisores termoeléctricos, botón de arranque/parada, control de crucero, asistente para arranque en pendientes, radio-cd, limpiaparabrisas automático con sensor de lluvia y tercera fila de asientos.- que supone un sobreprecio de alrededor de los 6.000 en extras con respecto al acabado Trend.
Competencia directa de los consumados y consolidados Renault Scenic y Grand Scenic, del Citroën C4 Picasso y del Seat Altea y Altea XL, los nuevos modelos de Ford aportan estilo y elegancia en un segmento muy reñido, del que Ford en año fiscal vaticina un 12% de cuota de mercado, con unas 9.500 unidades vendidas entre ambas carrocerías (8% del más pequeño). El confort, una alta dosis de tecnología, un interior bien ajustado con materiales de alta calidad con una consola central que domina toda la zona delantera, bajo un sobredimensionado salpicadero y unos motores de suficientes garantías como para mover ambas carcasas, convierten a la gama C-Max en el buque insignia de la marca hasta la llegada del nuevo Focus.
Exteriormente, la parrilla baja trapezoidal domina la panorámica delantera, con una fina y estilizada toma de refrigeración superior cromada que sirve de unión entre ambos faros cinéticos, que como ya saben destacan, por su gran tamaño y formas anguladas, acentuando la forma de cuña de la línea de capó. Los acabados en las rejillas en las que quedan encuadrados los antinieblas delanteros son de color negro piano, como los del nuevo Ford Mondeo, dotándoles a los dos C-Max de una mayor apariencia Premium. Desde el lateral del C-Max percibimos una cintura ascendente, de hombros musculosos, silueta elegante llaman la atención las poderosas aletas que rebajan al altura global del coche y le dotan de una mayor deportividad-. La vista lateral del Grand C-Max es más sobria y lineal, destacando por una línea de techo más equilibrada (menos coupé que su hermano pequeño) entre el confort y la deportividad, y un pilar b más fino que concede unas áreas de cristal mayores, sumándose a las barras en el techo. Por supuesto, asoman con brillantez las dobles puertas deslizantes (por primera vez en Ford), pero que a diferencia de, por ejemplo, el Mazda5, en el movimiento de apertura no son automáticas, sino que hay que tirar de brazo para llegar al final de su recorrido. Por detrás, es cuando notamos que el C-Max es un vehículo pensado para una conducción elevada, debido una luneta trasera menos inclinada, muy ancha, una línea de carga bastante baja y un paragolpes trasero más ancho. El C-Max sigue presentando la misma longitud que su antecesor: 4,38 metros. En el Grand C-Max, 4,52 m de longitud, una distancia entre ejes 140 mm mayor y 58 mm más largo; lo más llamativo de la zaga es que su cristal es mucho más profundo, aunque, ya dentro del habitáculo echamos de menos unas cortinillas para cubrir el equipaje en caso de prescindir de la tercera hilera de asientos. En cuanto a la capacidad de carga, en el C-Max, dependiendo de la configuración de asientos, oscila entre los 432 y 1.723 litros, mientras que en el Grand C-Max varía entre los 439 y 1.742 litros.

En ambos vehículos, el habitáculo resulta moderno, dinámico, consistente respecto a sus carrocerías. El salpicadero describe un alo cromado muy distintivo, acotando el espacio para una consola central sobreelevada, con la parte superior muy limpia (audio y navegación) y la inferior, para la climatización, quedando demasiado próxima a la zona del cambio manual y el freno de estacionamiento. Todo está orientado hacia el conductor, que dispondrá de un volante multifunción de cuatro radios. El panel de instrumentalización se divide en dos esferas analógicas (cuentarrevoluciones y velocímetro), dos apartados para el aceite y temperatura, y una pantalla superior que actúa de ordenador de abordo, quedando todo bastante ordenado y ergonómico. Los asientos son muy mullidos y recogen estupendamente bien. Hay cantidad de espacios y huecos, aunque en el C-Max vas algo justo tanto de altura como de anchura en la parte de detrás. Podemos concluir en este apartado que la combinación de colores y materiales de alta calidad, en mandos de puertas, asideros, paneles laterales, botones de la consola, es más que acertada.
Antes de pasar a las dos pruebas de contacto en las entraremos más al detalle en temas de conducción, hay que citar algunas de las propuestas tecnológicas de la gama C-Max: sistema de aparcamiento automático, detector de ángulos muertos en los retrovisores exteriores desde 10 km/h, limitador de velocidad, sensor de portón trasero en caso de obstáculo, cierre centralizado desde la posición de conducción, apertura eléctrica del portón. Hasta aquí la dotación de serie, ya que como extras se podrán incluir sensor de presión de neumáticos, botón de arranque o sistema de ayuda al arrancar en pendiente.

C-Max 1.6 Eco Boost y 150 cv

En pleno tramo del Rally de Montecarlo, donde las carreteras se retuercen sin piedad para los pilotos profesionales, pudimos comprobar el rendimiento de la nueva motorización de Ford, el motor gasolina 1.6 EcoBoost de inyección directa de alta presión con turbocompresor y doble distribución variable, desarrollando una potencia de 150 cv a las 5.000 rpm y con un par motor de 240 Nm. La intención de Ford es clara, dotar a esta mecánica (que también se comercializará en España en el Grand C-Max) de un rendimiento y sensaciones más próximas a las de un motor diésel, al estilo Multiair en el grupo Fiat, fijando unas emisiones de CO2 realmente bajas (154 g/km) y un consumo medio homologado de 6,5 l/100 km.

En esta casa, Autocity, probamos el EcoBoost de dos litros y 203 cv ligado al deportivo S-Max. Gastaba bastante, pero sus prestaciones fueron realmente brillantes. En el caso que nos ocupa hoy, el 1.6 resulta un motor elástico, con un fuerza notable a muy bajo régimen y estirándose por encima de las 5.550 vueltas sin problema alguno. Asociado al preciso cambio manual de seis velocidades Durashift, la respuesta de aceleración era inmediata, actuando los controles de manera inmediata en caso de que el par motor sea demasiado efectivo y directo sobre el tren motriz delantero. Su chasis, asumiendo que es un pequeño monovolumen, se funde al suelo con solvencia, su reparto de pesos es magnífico y nos agradó extraordinariamente su guiado, con un giro de volante preciso y que en ningún momento te compromete más de la cuenta, gracias a la nueva desmultiplicación de la dirección (16:1 a 14.7:1), asistida eléctirca (EPAS). De hecho, Ford ha incluido un corrector vectorial del par motor, concediendo una mayor estabilidad en curva.
El refinamiento y el nivel de confort son dos argumentos sólidos de este C-Max. Se han reducido ruidos, vibraciones y asperezas, tanto a nivel mecánico, de rodadura como aerodinámico. Desde luego podemos hablar de un propulsor suave, progresivo y que ha sido protegido hasta el último milímetro, con un chasis más rígido y un subchasis delantero más ligero pero más rígido, al tiempo que se ha optimiznado el anclaje de las suspensiones, cojinetes y amortiguadores, concediendo un comportamiento notablemente ágil.

Grand C-Max 2.0 TDCi y 163 cv

Antes de entrar en detalles de conducción dinámica, el Grand C-Max de siete plazas (2+3+2, las dos traseras son opcionales) se caracteriza por su gran versatilidad interior, permitiendo que los pasajeros accedan a la tercera fila sin tener que inclinar o deslizar los dos asientos exteriores. Los compradores tienen así la opción de usar la práctica disposición 2+2+2, recogiendo el asiento central de la segunda hilera bajo la banqueta de su derecha para acceder con más comodidad a la tercera hilera de asientos.

El motor 2.0 TDCi Duratorq con acabado Titanium (140 o 163 cv) se venderá en nuestro país con la transmisión automática de seis velocidades Powershift. Nosotros probamos la mecánica de 163 cv acoplada a la certera caja manual de seis recorridos. El resultado fue satisfactorio. Hablamos de un coche de más de cuatro metros y medio y una altura considerable que se valancea más bien poco en zonas de curvas, cuya pisada es firme en vías rápidas y acelera con cierta vehmencia. Se queda algo corto en régimen bajo, sobre todo en carreteras con cierto desnivel, obligando pues a un continuo cambio de marchas para no perder par motor.

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