Pony cars

Corro el domingo, vendo el lunes

A comienzos de la década de los 60, coincidiendo con los primeros movimientos contraculturales y sociales de oposición interna en Estados Unidos a la Guerra de Vietnam, en el país de las libertades se desató la locura por los coches musculosos con motores gigantescos V8. Máquinas de triturar cilindros, culatas y pistones con el fin de convertirse en la más potente del mercado. Era la locura por los pony car, coches compactos y de imagen deportiva, con una línea de capó alargada y una cola corta que mantenían un perfil clásico pero agresivo al mismo tiempo. Eran los tiempos del primer Ford Mustang, del Chevrolet Camaro, Dodge Charger, Pontiac GTO o Plymouth Road Runner, división deportiva de Chrysler Automóviles, que han protagonizado uno de los capítulos más hermosos de la historia de la automoción.
Aquellos coches, símbolo de libertad, independencia e incluso rebelión, encendieron el interruptor de las ideas más salvajes en todos los centros de producción de Estados Unidos. El mayor emblema, ya un coche de culto, el Mustang de Ford, con récords absolutos de ventas en su país de origen -20.000 unidades vendidas el primer día, casi medio millón en su primer año de existencia y más de un millón de modelos fabricados dos años después de su fecha de lanzamiento- y una variante deportiva que quedará para siempre en el recuerdo sino que se lo digan algún cineasta que otro-: el Mustang Shelby GT500, surgiendo el término fastback, un tercer tipo de carrocería ya existían coupé y cabrio- donde la luneta trasera está casi horizontal y paralela a la zaga. Actualmente, el espectacular Mustang se sigue comercializando, aunque en España es posible comprarlo a través de importadores no de concesionarios de la marca.
Tras el desembarco en abril de 1964 del Mustang, Chevrolet, lo que es lo mismo General Motors (GM), respondió con su brutal Camaro. En 1967, en pleno apogeo de los pony cars, asomó el Camaro con tres versiones diferentes: el 350, el Z-28 y el Super Sport (SS). Este último, impulsado por un bestial motor de gasolina de 5,7 litros que supuso una continuidad en la producción del modelo en la decadente década de los 70, cuando los precios de los combustibles hacían imposible dar de comer a este tipo de automóviles. El Camaro participó en prestigiosas carreras automovilísticas norteamericanas Trans-Am o National Hot Rod Association-, protagonizando una pugna de leyenda con su enemigo Mustang. Su producción más en serie llegó en los 90, para después en 2002 despedirse, y ahora, en 2011 volver a salir a la luz. Las historias buenas siempre pueden tener un mejor final.
También en 1964 Pontiac puso a la palestra su célebre GTO, un Muscle Car en toda su esencia. Su línea de capó alargada, su parrilla frontal de diseño horizontal y una batalla inconcebible; sumada a su motor V8 con tracción trasera, fue el no va más. El GTO modelo 69 ‘The Judge’ (el juez) ha tenido algunas apariciones en series y películas estadounidenses como ‘XXX’, película protagonizada por Vin Diesel y también la película Sex Drive protagonizada por Josh Zuckerman. Quizá más desapercibido para el gran público, pero muy bien valorado por la crítica, fue el caso del Dodge Charger, nominado como el auto Performance del año por la revista CARS en 1971. Desafortunadamente las ventas no fueron las esperadas, en especial para la gloriosa variante Super Bee, que vendió solo 5054 unidades.
Para concluir, el quinto maldito sería el Plymouth Road Runner. La revista Motor Trend le otorgó el título de coche del año en 1969. Estuvo en producción desde 1968 hasta 1980. Un vehículo de altas prestaciones al que Chrysler le llegó a incrustar en su enorme vano motor un V8 de 7.2 litros de carburador séxtuple para ser clasificado como un Super Stock en las famosas carreras de drag racing, donde su potencia era de 390 cv y su par motor de 663 Nm a las 3.200 vueltas. En 1971 se hizo un restyling del modelo, con un diseño más aerodinámico. La versión descapotable ya no se comercializó. Y además se perdió un poco su esencia original, el carácter racial de su antecesor, en parte por las nuevas normas de emisiones que obligaron a reducir la potencia.
Como conclusión, podríamos decir que la mayoría de los pony cars ofrecen motores más potentes y versiones de performance, algunos tienen la suficiente fiereza como los casos aquí citados- para ser calificados como coches musculosos. Con la performance de calle y su look deportivo bien atractivo, los pony cars han llegado a ser modelos muy populares y coches de colección en diferentes ferias y salones. Esto que hemos escrito en Autocity es un pequeño reconocimiento.

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