Montero Di-D 3.2 GLS Aut.

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GRAN SALTO ADELANTE

El viejo Montero, a la venta hasta el año 2000, y el nuevo Montero son totalmente distintos. El viejo incorporaba un chasis de largueros y travesaños, el más clásico en los todo terreno de siempre y el nuevo ofrece una carrocería de tipo monocasco. El viejo tenía un motor de 125 CV turbodiesel, y el nuevo incorpora una mecánica de inyección directa y 165 CV. El viejo ofrecía el cambio manual normal o uno automático convencional y el nuevo cuenta con un cambio automático de accionamiento secuencial. Las suspensiones del antecesor tenían eje rígido y el nuevo ofrece suspensiones de ruedas independientes.

Un montón de cambios que le hacen distinto en todos los sentidos y que pueden dar la sensación de que esta nueva generación es menos campera para ser un poco más todo camino, más ligero y para funcionar bien por carretera e ir algo peor en campo. Pero no. Es una evolución de un TT pensado para el campo, que sigue siendo igual de campero o más todavía que el anterior Montero, pero con un funcionamiento en carretera mucho mejor.

Interior

INTERIOR

Para empezar, su habitáculo es mucho mayor que el del viejo modelo. El sistema de suspensiones y una carrocería monocasco le dan una amplitud casi única entre los todo terreno con carrocería larga (la versión probada), por lo que cuenta con una tercera fila de asientos con una configuración muy interesante. Así, en condiciones normales va plegada en la zona trasera sobre el suelo pero sin robar ningún espacio de carga, ya que deja el suelo totalmente plano, lo que permite, en función de las circunstancias, llevar muchas cosas en el maletero o hasta ocho personas dentro del habitáculo. Poner o quitar los asientos no requiere ninguna herramienta y se tardan escasamente 20 segundos en realizar la operación completa. Bravo por la idea de este tercer asiento que ofrece una gran versatilidad.
Sentados al volante tenemos la sensación de estar a los mandos de un auténtico «mastodonte». Es un coche inmenso y hace falta acostumbrarse a sus dimensiones para  maniobrarlo. Pero la visibilidad que ofrece es buena y uno se acostumbra rápidamente. El motor funciona a las mil maravillas con esos 165 CV más que suficientes para mover con alegría al Montero. Un motor algo ruidoso (aunque el habitáculo está bien insonorizado), que destaca por ser muy elástico y funcionar desde pocas vueltas pero que al mismo tiempo permite  estirarlo hasta la parte más alta del cuentavueltas sin que decaiga la entrega de potencia.
CONDUCCION

Buena dirección y frenos más que suficientes, ofreciendo además un buen tacto del pedal que permite dosificar de forma bastante fácil la frenada. Pero lo que más nos ha gustado su cambio  automático de cinco marchas con accionamiento secuencial.

Un cambio perfecto y que se puede comparar sin complejos con lo mejor de la competencia, el del Mercedes Clase M o el del BMW X5. En su posición automática ofrece una conducción suave y relajada mientras que al situar la palanca en la parte derecha tenemos la posibilidad de subir o bajar de marcha con un simple movimiento hacia arriba o hacia abajo de la palanca. Los cambios, en esta posición «seudomanual» se realizan de una forma razonablemente rápida. Por supuesto, el Montero DiD con este cambio no tiene embrague, por lo que su conducción resulta mucho más cómoda y relajada. Y además permite circular en mitad de un atasco de forma tranquila y cómoda y al mismo tiempo poder aprovechar el máximo potencial del vehículo cuando rodamos en forma manual por una zona más virada.
Su funcionamiento por carretera es bastante mejor que el del anterior Montero, básicamente por sus suspensiones de ruedas independientes y por su menor peso. El resultado es que se consigue un «pisado» muy uniforme que le da un aplomo bastante bueno.
También a este buen comportamiento ayuda su sistema de transmisión. Se trata de un sistema basado en el SuperSelect de su antecesor pero aún más sofisticado y evolucionado. Con ello, se puede circular en condiciones normales por carretera seca con tracción a las ruedas traseras ahorrando combustible y reduciendo el ruido, mientras que existe la posibilidad de contar con tracción total permanente para utilizar también por carretera. En esta posición resulta ideal para cuando se circula deprisa por una carretera en la que hay mucha agua, o zonas de tierra o placas de hielo o un suelo poco adherente.
El Montero ofrece un funcionamiento similar, pese a sus grandes dimensiones, al de una buena berlina en autopista y rutas de primer orden. Es decir en  buenas carreteras porque su pisada es muy homogénea en este terreno y en zonas más viradas, ya que pese a sus grandes dimensiones sigue fiel la trayectoria impuesta por el conductor. Eso sí, se agradece que tenga un tarado de suspensiones bastante firme, lo que permite reducir los movimientos de carrocería que resultarían exagerados en un vehículo así de grande y con las suspensiones algo más blandas.
Todos los cambios introducidos en el nuevo Montero han permitido mejorar mucho su comportamiento en carretera, pero lo más curioso es que en conducción off-road es al menos igual de eficaz que el antecesor. Y si no es más, es porque sus mayores dimensiones hacen que haya obstáculos que no pueda superar, pero sólo por su voluminosidad. Algo que no ocurre con la versión corta, pero que sí hay que tener en cuenta cuando se trata de hacer una excursión por una zona muy difícil  con esta versión grande.
Su capacidad de tracción es muy buena. Gracias al reputado sistema superselect y a la evolución realizada para este nuevo modelo. Con este tipo de transmisión se puede dejar bloqueado el diferencial central y también mediante un botón en el cuadro se bloquea el trasero. Ambos bloqueos permiten superar cualquier obstáculo por difícil que sea. Sólo un problema de dimensiones puede dejar tirado a este vehículo que, a juzgar por lo que hemos constatado durante la prueba, ha mejorado en habitabilidad interior, en motorización, en capacidad de tracción y en eficacia en carretera y en campo.
Por lo que se refiere a su funcionamiento en las buenas pistas forestales, es magnífico. Su distancia entre ejes grande, el buen calzado y la presencia de un sistema de tracción 4×4 permanente permiten circular deprisa con total seguridad. Además, en este aspecto filtra muy bien los baches e irregularidades del terreno por lo que sus ocupantes no deberán notar mucha diferencia entre circular por pista y hacerlo por una carretera.
El nuevo Montero Di-D tan solo ha perdido algo en competitividad porque si el viejo modelo militaba en el segmento medio de los TT, la evolución del Montero y su mayor equipamiento (Kaiteki, el nivel máximo y exclusivo de la versión automática) ha supuesto un fuerte aumento del precio de venta por lo que ahora debe rivalizar con modelos del segmento alto, con rivales como el Mercedes Clase M, el BMW X5 o el Jeep Gran Cherokee. En resumen ha mejorado mucho en todo menos en su relación precio/producto. Y no es que ésta sea mala sino que ha hecho que sus rivales sean coches de un segmento superior que ofrecen otra clase, otro lujo.

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