Los neumáticos con plus de seguridad son para el invierno

El triángulo vital de seguridad de un coche radica en la perfecta conjunción de estado y mantenimiento de amortiguadores, frenos y neumáticos.

Parece haber una cercana unanimidad al respecto de estos últimos, pues nueve de cada diez conductores europeos consideran que las cámaras con las que pisan sus coches son un elemento clave de seguridad, que atraviesan un reto especial y exigente en invierno.

En la concienciación del uso de los neumáticos de invierno juega un papel esencial el entorno climático. Por ello, los países del norte y centro de Europa, propensos a la nieve y las heladas, este componente es casi de uso masivo en los automovilistas.

Un dato, mientras en Europa estos neumáticos especiales de invierno representan el 30 % de las ventas totales de este componente, en España la cuota apenas llega al 3 %.

Por ejemplo, en Alemania, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania, Suecia, Luxemburgo y Austria es obligatorio el uso de este tipo de cámaras en determinados meses del año, según la asociación de fabricantes de neumáticos presentes en España

Desde estos fabricantes se pretende romper con la idea preconcebida de que el neumático de invierno es remedio exclusivo para nieve y hielo, con la aseveración de que es aconsejable su uso en firmes mojados y entornos meteorológicos por debajo de los 7 grados, condiciones que coinciden en buena parte de la geografía española durante la estación invernal.

Sobre este punto, Eduardo Salazar, director general del Grupo Andrés, principal importador español, ha lamentado el hecho de que durante muchos años a estos neumáticos se les encasillase únicamente en el elemento de la nieve, por lo que la denominación de invierno es mucho más exacta, dada su polivalencia y calidad.

En España, los neumáticos de invierno son una alternativa legal al uso de las cadenas y los agentes de tráfico dan el visado a este tipo de rueda si incluye en su perfil el anagrama de una montaña de tres picos y la inserción M+S (iniciales en inglés de barro y nieve).

Las pruebas subrayan determinadas conclusiones sobre la efectividad de rodar con estos neumáticos, ya que la distancia de frenado en firme mojado a una velocidad de 80 km/h es de 34 metros con el de invierno y de 40 con el convencional.

Llevado este parámetro a la nieve, pero a una velocidad de 50 km/h, la distancia con el de invierno es de 32 metros y de 63 con el estándar.

En la experiencia de uso, el neumático de invierno ofrece mejores comportamientos en la tracción, la frenada y la adherencia, no solo en condiciones meteorológicas extremas.

Los elementos claves de la banda de rodadura son la cantidad de laminillas, entre seis y ocho veces superior a la de uno de verano, un dibujo de la banda de rodamiento más recortado y más profundo y una resistencia mucho mayor al endurecimiento ante bajas temperaturas, al usar compuestos más blandos y flexibles.

Una diferencia apreciable radica en la profundidad del dibujo, que en el invernal llega hasta 9,4 milímetros cuando en el estival la media oscila entre los 6-7, lo que le faculta para la evacuación más rápida de agua.

La estacionalidad es otro de los factores fundamentales, de ahí que se recomiende su uso entre los meses de noviembre a marzo y se empiece a practicar la costumbre de que, fuera de esa temporada, se habiliten almacenes para guardarlos en buenas condiciones, sin que pierdan o modifiquen sus propiedades por su falta de uso en los meses de primavera, verano e inicios del otoño.

No obstante, Eduardo Salazar dijo que un neumático de invierno no pierde sus propiedades añadidas de seguridad vial a temperaturas exteriores por encima de los 35 grados, si bien otras fuentes consultadas por EFE señalan que el desgaste es mayor.

Las ventajas para el usuario radican en el intangible de la seguridad, que no es asunto baladí, pero no en la vertiente económica.

El sobrecoste de venta de un neumático de invierno es entre 15 y 20 euros superior a uno normal y como se recomienda el equipamiento de las cuatro ruedas, hay entre 60 y 80 euros de sobrecoste por juego, dentro de una gama de primeras marcas.

A eso hay que añadir los costes del otro juego de ruedas convencional, porque no es aconsejable circular con neumáticos de invierno fuera de su temporada por el rápido desgaste que les supone.

Angel Alonso

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