Jeep Wrangler Moab

Desde que desapareciese el Hummer, con un Land Rover Defender en horas bajas, y un Mercedes Clase G excesivamente caro, el Jeep Wrangler es el modelo preferido para los entusiastas de los todoterrenos puros, duros y con un toque clásico. Hoy día el Wrangler es ya un objeto de culto, sólo comparable a los dos modelos antes mencionados. Cierto es que existen otros todoterrenos capaces de desenvolverse bien fuera de carretera, pero no los hay que posean una historia tan rica y que conserven a la perfección el espíritu original como los antes descritos. El Clase G se vende muy poco por su elevado precio, mientras que el Defender –con sólo 122 cv-  ha sido superado este año en nuestro mercado por el Wrangler ¿por qué? Pues entre otras cosas porque, con muy buen criterio, la marca hoy perteneciente al Grupo Fiat no para de lanzar ediciones especiales y limitadas tan espectaculares como ésta: el Jeep Wrangler Moab.

a favor-Imagen espectacular-Capacidad fuera de carretera-Autenticidad y originalidaden contra-Suspensión algo seca -Precio algo elevado
El Moab es el último de los numerosos acabados o series especiales que ofrece el Wrangler, y está disponible tanto para la carrocería corta como para la larga. Sólo se puede elegir en dos colores, en este negro de las fotos que, junto a los cristales oscurecidos logra un conjunto muy vacilón, o en un llamativo rojo al que la marca denomina “langosta”. La otra opción radica en la caja de cambios, manual o automática, porque en cuanto a motorización se refiere el 2.8 CRD de 200 cv es el único disponible en cualquier Wrangler.
Nuestro Jeep Wrangler Moab con carrocería de cuatro puertas y cambio automático cuesta 45.336 euros, aunque los descuentos promocionales actuales restarían unos 5.000 euros a dicho importe. Esta serie sólo consta de 75 unidades, por lo que en el momento de decidirte por el color, la longitud de carrocería o el cambio automático quizá ya no quede ninguna unidad en tu opción preferida; pero no hay problema, ya que la gama Jeep ofrece una amplia selección de versiones y opciones con la que a buen seguro encontrarás tu Wrangler a medida. Y seguramente pronto nos sorprenderán con nuevas versiones especiales.

Desde luego que nuestra unidad de pruebas no pasa desapercibida, y son muchas las miradas que levanta a su paso. De quienes lo observan, algunos se acordarán del Hummer, otros pensarán que es un furgón blindado de esos que transportan dinero, y los más entendidos sabrán que se trata del digno sucesor del mítico Jeep Willys, el famoso todoterreno del ejército estadounidense. Entre los compradores de hoy podremos encontrar algún entusiasta de la práctica del 4×4 más extremo, algún nostálgico enamorado de la legendaria historia de este modelo, y unos cuantos caprichosos que aunque lo utilicen preferentemente en ciudad o carretera pretenden desmarcarse con un vehículo extravagante, e incluso podría considerase como “chic”.Hay varias razones para comprar un Jeep Wrangler como ellas, pero la imagen es una de las principales
Centrándonos en lo que nos ofrece el vehículo probado, éste mide 4,75 metros de largo, por lo que no es tan grande como aparatoso parece debido a sus formas. Es decir, que aún cabe en casi todos los garajes y se puede maniobrar con él. Es muy alto, tanto de altura total de carrocería (1,85 metros) como en la posición de sus asientos, mientras que la anchura es considerable pero no exagerada (1,88 metros). El maletero no es de los mejores, pero sus 498 litros son más que suficientes para la mayoría de las familias.

Y si peculiar es por sus formas, con las aletas delanteras tan separadas del capó, o las líneas traseras tan cuadradas; no menos original es su ergonomía. Una vez acomodado en sus asientos de cuero (de serie en el Moab) vas bien, pero para acceder a ellos hay que “subir y doblarse”; es decir, tomar unas posturas muy diferentes a las que se toman en el momento de acceder a cualquier coche o SUV convencional. El interior está muy bien remozado, pero las formas del salpicadero también nos indican que estamos ante un vehículo diferente. Y ya no digamos si miramos hacia arriba, donde observamos las barras de protección y un techo desmontable. No es que sea descapotable, es que, con una llave allen, puedes desmontar el techo, guardarlo en tu garaje o trastero, y circular a cielo abierto. Curiosa es también la forma de abrir el maletero, con una puerta de apertura lateral y un cristal independiente.Las particularidades del Wrangler Moab son numerosas, pues estamos ante un coche diferente
En cuanto a su equipamiento y estética, esta versión Moab convence por sus llantas negras con sus grandes neumáticos de tierra firmados por Good Year, por un capó delantero con joroba que le aporta un aspecto más poderoso, por los cristales tintados, la tapicería de cuero o, mecánicamente, por un diferencial trasero bloqueable. Echamos en falta sin embargo un navegador, ya que la pantalla táctil a color de la consola central carece de él. En conjunto el Moab es uno de los Wrangler más espectaculares que hemos visto nunca, más o menos como el venerado Rubicon.

Del motor y su funcionamiento, decir que se trata de un 2,8 litros de cuatro cilindros que desarrolla 200 cv de potencia y 460 Nm de par desde sólo 1.600 rpm. Son más que suficientes para mover las casi dos toneladas que pesa, aunque su carácter es tranquilo y las prestaciones simplemente correctas: 10,6 segundos en aceleración de 0 a 100 km/h y 172 km/h. Los consumos no son desorbitados, pero necesita 8,3 l/100 km y emite más de 200 g/km de CO2. Y es que es un motor totalmente válido para este vehículo pero sin pretensiones de estar a la vanguardia tecnológica; al igual que su caja de cambios automática, que cumple con su misión y sin brusquedades pero no resulta un alarde de rapidez.

En carretera, si es buena, se puede viajar cómodamente, aunque si se suceden los baches o las curvas cerradas los ejes rígidos de la suspnesión no son nuestro mejor aliado, y lo notaremos algo seco de reacciones. Pero en ciudad o en carretera de buen firme es agradable de llevar y proporciona una gran sensación de dominio debido a la elevada postura de conducción. En campo es de lo mejor que podemos tener. No es un lujoso SUV de esos que da pena meterlos por determinados caminos, al contrario, el hábitat natural de un Wrangler es el campo, y si aparecen piedras, surcos, barro, o cualquier complicación este Jeep avanza sin problemas por donde otros modernos SUV sufrirían de lo lindo o, directamente, se darían la vuelta. Y por supuesto, si debemos afrontar una pendiente muy fuerte, tampoco hay problema, ya que como todo verdadero 4×4 lleva reductora, con la cual podemos “subir casi por una pared”. En definitiva, el Jeep Wrangler es un 4×4 puro y duro, de los que ya casi no quedan, y que ahora, gracias a estas versiones especiales como la probada Moab, está viviendo una “segunda juventud” debido al éxito que tiene entre los que desean un vehículo diferenciador, legendario o incluso con un toque extravagante. ¡Larga vida al Jeep Wrangler!  

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