Ford Fiesta 1.4 tdci

Un felino se pasea por la ciudad

Tan cierto como que Ford se ha mostrado como un valor seguro en las últimas tres décadas en Europa, es que el pequeño Fiesta, vetusto, de líneas cuadriculadas, escaso de equipamiento, había perdido su tirón ante sus más directos competidores: el Ibiza de Seat, el 207 de Peugeot o el Clio de Renault. Pues bien, la séptima generación del pequeño modelo de la marca del óvalo ha dado un giro de 180º: el nuevo Fiesta es rompedor en sus formas y está pensado, con el motor diésel 1.4 de 68 CV, para un uso versátil y urbano.

Orientado a un público juvenil, el Fiesta rezuma deportividad. Y es que su diseño, concebido a partir del de sus hermanos mayores el Mondeo y el Focus- es tan marcado, agresivo y particular que aporta a este utilitario una fortaleza y musculatura que agrandan sus medidas y le acercan al segmento de los compactos. El salto de calidad es evidente, en busca de atraer a los más jóvenes. Su precio, el de esta unidad es de 14.160 euros, es razonable y acorde con la calidad del producto final. Objetivamente, sólo el Ibiza de Seat y el 207 se colocan a la altura del Fiesta, que es sensiblemente más barato.
Hermano gemelo del Mazda 2, con el que comparte chasis, sistema de electricidad y de refrigeración y una nueva dirección eléctrica, el Fiesta tiene un rodar de coche superior. Las sensaciones al volante son de firmeza, seguridad y agilidad: su pisada es fabulosa cuando se le exige en carretera. Ofrece las prestaciones justas y necesarias incluso para un motor 1.4 turbodiésel, un poco más-, acompañadas de un ahorro de combustible encomiable. Empujar hasta el fondo el acelerador del fiesta no repercutirá en nuestras carteras.
Con unos precios comprendidos entre los 12.000 y 16.200 euros, el Fiesta probado -1.4 tdci Trend de 68 CV- es una opción a tener muy en cuenta si lo que se busca es un equilibro entre las variables diseño-precio-consumo. Es justo decir que quizá esta revolución en las formas del Fiesta haya llegado algo tarde. Sus competidores ya tienen un target muy definido, y la marca estadounidense deberá darse prisa para remontar. El tiempo corre en contra de esta Fiesta tan bien esculpido.
Las atléticas formas del Fiesta le convierten en una apuesta valiente y renovadora. Afilado como nunca, como consecuencia de adaptarse a lo que Ford ha denominado Kinetic Design, este utilitario se ha estilizado, y de qué manera, experimentando un crecimiento contenido y razonable. En definitiva, su carrocería -de parrilla delantera prominente, faros y capó alargado, forma de cuña y cintura alta, nervaduras laterales, un pequeño spoiler en la zaga- tiene un aspecto muy mejorado y característico que recuerda a un felino.

Con un envolvente salpicadero de plástico acolchado de color azul en la unidad probada, para ir a juego con la carrocería-, la habitabilidad del Fiesta es correcta. Los nuevos asientos te recogen más, son más grandes y más cómodos que en la anterior versión. Tres centímetros más largo que su antecesor, el habitáculo del utilitario de la marca del óvalo es más aprovechable que rivales como el Seat Ibiza o el Peugeot 207. Además, el maletero ofrece un espacio de 300 litros, superior a la media del segmento.
Sus materiales están más que cuidados. Destacan los recubrimientos y la calidad de los acabados, lo que repercute directamente en el precio final. Llamará la atención al subirse al volante la consola central: inspirada en la carátula de un teléfono móvil. El acabado Trent, que incluye de serie ordenador de viaje, sensor de aparcamiento, elevalunas eléctrico, climatizador y llantas de cinco radios de 15, está falto del control de estabilidad ESP para ser redondo.
Este Fiesta, 40 kilos más ligero que su antecesor, desprende un aspecto fresco a la vez que contundente en sus trazos, y recupera centímetros por dentro, uno de los lastres históricos de este utilitario de Ford. En definitiva, el conjunto exterior-acabados-capacidad es bastante coherente con lo que se esperaba de este utilitario.
Estabilidad, agilidad y bajo consumo. Así, en tres brochazos, se podría resumir la sensación que uno tiene al poner en marcha el motor 1.4 tdci de 68 CV del Fiesta. Es un utilitario preparado para suavizar el gasto de combustible si no se superan las 2.000-2.500 revoluciones. Lo que no implica que a campo abierto, en vías rápidas, el más pequeño de los motores diésel del nuevo Fiesta responda con aplomo y fiabilidad. Su consumo medio, siempre sin excesos, se fija en 4,5 litros a los 100 kilómetros. ¡Toda una garantía de ahorro!

Es cierto que se echan de menos esos caballos, entre 15 y 20, que te permitan salir airosos de situaciones comprometidas. Este Fiesta es muy regular, pero alcanzar sus picos de potencia le cuesta. A pesar de ello, su rodar es de coche importante. Ayuda una disminución en el peso final y, sobre todo, una dirección amble, ligera y precisa, que transimete en todo momento nuestras sensaciones al volante al eje delantero.
Con una caja de cambios manual de cinco velocidades y tracción a las ruedas delanteras, en este Fiesta nos encontraremos todo a mano. Los mandos de control al volante ayudan a clavar los cinco sentidos en la carretera. Al igual que su volante, con cierto aire deportivo, o un asiento que te recoge y te da seguridad para apretar el acelerador.
En definitiva, este Fiesta es perfecto para todos aquellos que quieran obtener unas prestaciones razonables a cambio de un consumo de combustible mínimo. Es un coche que mantiene el tipo al ser comparado con sus rivales. En nada es peor que ellos y su renovación exterior le coloca en primera línea para ser una de las revelaciones del año.

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