Ford C-Max TDCI 136cv.

Inicio

DINAMISMO EN EL ESPACIO

El mercado de los monovolúmenes compactos está convirtiéndose en uno de los segmentos más interesantes. Buen ejemplo del dinamismo de esta categoría es este Ford, un vehículo amplio y pensado para transportar a cinco personas con un excelente espacio sin perder una pizca de dinamismo frente a un cinco puertas tradicional.

  A cambio es un poco menos cómodo que otros competidores y ofrece menos detalles acogedores, aunque tampoco se queda atrás en amplitud y flexibilidad gracias a los asientos traseros desplazables longitudinal y transversalmente, pero eso sí, sólo tiene cinco plazas. Por precio está en la mejor línea de la categoría, algo más caro que el Scénic de 120 caballos pero sensiblemente más barato que el Volkswagen Touran de 136 cv, y esto con un equipamiento excelente.
Tanto por el excelente motor TDCI de 136 caballos combinado con una caja de seis velocidades como por el sorprendente comportamiento del bastidor y las suspensiones es el más recomendable desde un punto de vista dinámico y de prestaciones, sin perder comba en un apartado tan importante como la capacidad, tanto interior como de maletero.
Carlos Lera, Autocity.
5 de marzo de 2004. if( top.location.href.indexOf(‘starmedia’) < 0){ now = new Date(); itstime = now.getTime(); site = ‘http://banner.eresmas.com’; target = ‘/site=AUTOCITY/area=AUT.REPORTAJES/aamsz=136X36/acc_random=’; document.write(”); document.write(”); document.write(”); document.write(”); }

Interior y equipamiento

INTERIOR Y EQUIPAMIENTO

La impresión interior del C-Max es quizá demasiado fría comparada con el estilo de los monovolúmenes franceses, más acogedores y familiares. Eso sí, los acabados son muy buenos y la calidad de los materiales solo merece alabanzas. Sentados al volante del no hay mucha diferencia respecto a la sensación de hacerlo en una berlina media como por ejemplo el Mondeo, ya que esta es más parecida al C-Max en anchura (1,83 del C-Max frente a 1,81 del Mondeo y 1,70 del Focus) que el compacto del que toma nombre. Salvo la forma de acceder al puesto de conducción, que al estar más alto es más cómodo y la altura libre de la cabeza, el resto es propio de una berlina.

El volante está poco inclinado y la regulación en altura del asiento del conductor permite conseguir una posición idónea sin necesidad de ir casi recto. Además el conductor goza de un apoyabrazos practicable que casi no molesta al usar el cambio de marchas. Eso sí, los asientos son incómodos y muy poco ergonómicos, a pesar de que el responsable de equipamiento del proyecto C-Max presumiera durante la presentación del modelo de ofrecer los mejores de la categoría, porque lo cierto es que resultan impropios de un coche con el que se van a afrontar con frecuencia viajes de cierta duración. El respaldo es recto y no sujeta los riñones, con el agravante de que el apoyo lumbar puede empeorar esta carencia. Además los reposacabezas no se regulan en inclinación y obligan demasiado el cuello hacia abajo. Es un detalle muy mejorable que he comprobado en otros Ford de última generación.
Tanto la guantera como el cajón con tapa situado sobre el salpicadero y frente al pasajero ofrecen excelente capacidad, que se complementa con los huecos rígidos de las puertas y una bandeja vista frente al pasajero, que además tiene un cajón bajo su butaca. La palanca de cambio surge del salpicadero liberando un buen espacio entre los asientos. Bajo el piso de las plazas traseras ofrece también dos huecos con tapa.
A las plazas traseras se accede por puertas convencionales de buen tamaño y dependiendo de la configuración puede ofrecer dos o tres plazas gracias a los asientos independientes y desplazables. Las tres plazas son más que correctas por anchura aunque comparten el problema de los asientos delanteros en cuanto a la forma del incómodo respaldo. Además goza de una buena altura libre al techo, aunque quizá no tanta como otros modelos con una forma menos estilizada, pues a pesar de tratarse claramente de un monovolumen el C-Max se caracteriza por la suave caída del tramo trasero del techo que lo sitúa a medio camino entre un familiar como el Peugeot 307 SW y un monovolumen en toda regla. Los pasajeros de las plazas traseras disponen de mayor visibilidad gracias a la posición elevada de su fila de asientos. Sentado en una plaza lateral del C-Max lo que queda delante de los ojos no es el reposacabezas delantero, sino la luna y el paisaje, algo muy bien pensado y de agradecer.
La modulabilidad de la parte trasera del habitáculo consiste en que las tres plazas disponen de asientos independientes que se pueden desplazar transversalmente hacia el interior, característica que combinada con la posibilidad de retirar la plaza central permite aumentar notablemente la anchura disponible para dos pasajeros.
La dotación de serie del C-Max es uno de sus puntos fuertes. Manteniendo uno de los precios más competitivos del segmento y teniendo en cuenta además que su motor es de los mejores ofrece sin incremento radio con CD, seis airbags, antiniebla delanteros, ordenador de viaje y aire acondicionado. El control de estabilidad, opcional pero muy recomendable, tiene un coste de 650 euros y las llantas llanta de aleación, por si se quiere dejar el coche realmente ‘pintón’, otros 600 €, aunque las que ofrece de serie tienen unos tapacubos muy aparentes.
El maletero tiene una capacidad de 550 litros, la mejor cifra de la categoría, aunque para llegar a esta capacidad se aprovecha lógicamente mucho más el plano vertical que el horizontal, por lo que no hay mucho piso para colocar objetos tumbados, pero sí espacio para situarlos de pie.

Comportamiento y prestaciones

COMPORTAMIENTO Y PRESTACIONES

En el apartado de las prestaciones y el comportamiento es donde el C-Max se impone con claridad frente a otros monovolúmenes compactos. Solo el Seat Altea puede ser un rival para él cuando se trata de buscar una conducción ágil, como si de una berlina pequeña se tratara.
La considerable anchura de vías (1,53 y 1,51 metros) y la batalla larga (2,64 m.) hacen que la unión al suelo resulte muy eficaz, y esto unido a unas suspensiones algo más firmes y estabilizadas de lo que se estila entre la competencia da como resultado un comportamiento impecable circulando a ritmo vivo. En el tren delantero se recurre al sistema McPherson y las ruedas traseras están conectadas un paralelogramo deformable, dotado de muelles. Ambos ejes cuentan con estabilizadoras. La precisión y facilidad de conducción es muy buena por alto que sea el ritmo y la agilidad resulta sorprendente, con una tendencia muy ligera y lógica a subvirar en casos extremos. Las pérdidas de tracción son mínimas, algo muy positivo en un motor diesel de par tan elevado como este. A ello contribuyen unos neumáticos de buen tamaño, en medida 205/55 sobre llantas de 16 pulgadas.

Los frenos empleados para el C-Max son similares a los que monta el Mondeo ST220, por lo que la resistencia a la fatiga está asegurada y la respuesta del pedal es dosificable y segura. Ofrece ABS de serie que rara vez actúa sin necesidad, lo habla muy bien no solo del sistema electrónico, sino también del comportamiento de los frenos. Lamentablemente el ESP se encuentra en la lista de opciones, y en un monovolumen con la vocación prestacional de este debería incluirse de serie, especialmente en las versiones equipadas con este estupendo motor TDCI de 136 caballos, capaz de prestaciones respetables.
El motor se corresponde perfectamente con la calidad del tren de rodaje. Es lo último de Ford y PSA en tecnología diesel y como tal cuenta con inyección por common rail y control electrónico ‘Drive by Wire’. Además de por sus 136 caballos destaca por ofrecer un par máximo de 320 NM a 2.000 rpm. Es moderadamente silencioso y si no se sobrepasan los límites de velocidad ni se aprieta a fondo el acelerador con frecuencia se puede conseguir un consumo bastante bajo. Las seis velocidades hacen que el gasto en ciudad suba un poco, pero en carretera se pueden mantener cruceros elevados a bajas revoluciones y registrar un consumo en torno a los nueve litros cada 100 kilómetros. En estas circunstancias las recuperaciones son excelentes; el motor mantiene el tipo incluso en la marcha más larga sin quejarse ni volverse perezoso. Al mismo tiempo las aceleraciones son brillantes y los 9,6 segundos que emplea en hacer el 0 a 100 kilómetros por hora son un buen ejemplo de las prestaciones de que es capaz a pesar de su tamaño y los más de 1.400 kilos de peso de los que debe tirar.

This website uses cookies to improve your experience. We'll assume you're ok with this, but you can opt-out if you wish. Accept Read More

Privacy & Cookies Policy