El origen de los atascos

Las autovías nacionales A1, A3, A4 y A6, más las carreteras de circunvalación (los dos grandes anillos distribuidores) M40 y M50 de Madrid, colapsadas de coches en el entorno de la capital. 144 kilómetros de atasco que dificultaron más de lo normal el tráfico de entrada a Madrid en hora punta. Entre las 7.30 y las 10.30 de la mañana, las pantallas de la DGT echaban humo (nivel rojo, que se dice en el argot), y todos (los que miraban por las pantallas y los que estaban embotellados en mitad del jaleo) sabían que aquello solamente tenía una solución: paciencia. ¿Por qué se generan estos monumentales atascos? ¿Qué factores físicos o eventuales influyen? ¿Se puede solucionar de alguna manera? Son preguntas que siempre rondan nuestros pensamientos y que en toda buena charla de bar que se precie los posibles remedios siempre aparecen. 
Básicamente, y sin ser un teórico de la materia, un atasco en la circulación de vehículos se forma cuando el volumen de tráfico es mayor a la capacidad de absorción que las infraestructuras pueden soportar. Es decir, una densidad elevada de coches. Hay factores frecuentes que en toda gran ciudad se repite: uno, el colapso en el centro de la urbe y en las áreas industriales y empresariales (son atascos que se repiten periódicamente cuando la gente va y vuelve del trabajo). Hay factores eventuales, relacionados con la climatología, accidentes de circulación, operaciones especiales de tráfico como en vacaciones de Semana Santa o Navidad, o algún acontecimiento especial deportivo o musical.Factores como la climatología adversa o un accidente son imposibles de esquivar
Hay otras circunstancias que sí que se pueden evitar. Para empezar una mala señalización de una obra (o incluso de un accidente) puede originar o empeorar el embotellamiento. En el centro urbano de las ciudades, con menor capacidad de absorción de coches que las autovías, los autobuses recogen y dejan a los ocupantes en mitad de un carril de circulación porque en la mayoría de ocasiones no disponen de una zona de parada abilitada para dicho fin.

LA VELOCIDAD
El factor velocidad es otro de los motivos principales (si no, el que más) por los que se genera un atasco. Según los expertos consultados, es muy importante circular de un modo constante, evitando al máximo los frenazos. Hay estudios que indican que por cada vehículo que llega al tapón se generan cinco metros más de retención. Por lo tanto, si llegamos a ese tapón a gran velocidad, el frenazo será mayor y la retención también, por lo que esos cinco metros tienen un efecto multiplicador sobre los vehículos que nos preceden. Tampoco ayuda a mitigar la congestión en la circulación el hecho de que la cabecera del atasco salga de éste a una velocidad menor de la que llegan los coches a la parte trasera del mismo.Cada vehículo que llega al tapón, forma cinco metros más de colapso
Las incorporaciones también colaboran a complicar más las cosas en un atasco, ya que traen consigo un aporte extra de vehículos a una vía que de por sí ya está saturada. Los adelantamientos también perjudican la circulación, cualquier maniobra de cambio de carril obliga a otro vehículo a reducir su velocidad y puede generarse o aumentar el atasco. No nos queremos olvidar de los vehículos pesados, que en las horas puntas también están presentes en las carreteras de circunvalación o entrada a Madrid, Barcelona, Valencia y otras ciudades grandes del país: estos vehículos pesados circulan más lento y generan largas colas.Incorporaciones a autovías y adelantamientos, otros dos enemigos íntimos de los atascos
¿SOLUCIONES?
Circular más despacio y sin brusquedades es un principio básico. Armándonos de paciencia todos, y asumiendo que las horas puntas son críticas, circulando de esta manera la saturación de las carreteras llegaría más tarde y los atascos serían de menos kilómetros. En otras palabras, los coches avanzarían lentamente pero de manera uniforme. Hay grandes metrópolis que han planteado otro tipo de alternativas: Londres impone el pago de una tasa de unos 12 euros a aquellos conductores que quieran transitar por el centro de la ciudad, con multas que superan los 100 euros en caso de quebrantar la norma; Estocolmo, capital de Suecia, uno de los países más comprometidos con las limitaciones de gases contaminantes, fue pionera en este sentido, y tiempo después la misma Londres y Milán legislaron de manera parecida; en Madrid, el centro de la ciudad (M-30 hacia dentro) está limitado al aparcamiento con los famosos y poco queridos parquímetros y, como en Barcelona, todo este anillo está completamente plagado de radares de velocidad.Parquímetros y radares, ¿la solución?
Otros consejos a nivel particular son reanudar la marcha poco a poco y circular a una velocidad media después del embotellamiento, porque de lo contrario, llegarás muy rápido al siguiente y colaborarás en que éste vuelva crezca. También hay que evitar, en la medida de lo posible, cambiar de carril.
Y por supuesto, el uso de motocicletas (o bicis, si la distancia y la climatología lo permiten), transporte público, o nuevas tendencias en auge como compartir coche, son otras alternativas de movilidad a considerar para enfrentarse a los temidos atascos de las horas puntas.

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