El ‘car sharing’ de lujo que se inventó en el Congreso de Viena

El lujo desaforado de aquellos nueve meses que reunieron en Viena a reyes, príncipes, cortesanos y buscadores de fortuna es el argumento de la muestra ‘El Congreso se mueve’ que se inaugura hoy, justo en el 200 aniversario del comienzo de aquel histórico evento.

‘Al emperador de Austria le costó mucho dinero. Pagó por todo porque para él fue una campaña de relaciones públicas’ para recuperar el prestigio perdido durante las guerras napoleónicas, explica a Efe Monica Kurzel-Runtscheiner, directora de la colección imperial de carruajes del Museo de Historia del Arte de Viena.

La muestra se centra en el auténtico parque móvil de carrozas que el emperador mandó construir para que sus honorables huéspedes se movieran por la ciudad para acudir a las reuniones, banquetes y bailes que no pararon de celebrarse durante el Congreso.

Carruajes de lujo, con todos los avances de la técnica y el confort de la época, pagados y mantenidos por el emperador Francisco I, en un pionero servicio que hoy se conoce como ‘car sharing’.

Los vehículos estaban a disposición de los asistentes al Congreso, que podían encargar el tipo, el tiempo y la fecha en la que los iban a necesitar a través de una compleja maquinaria administrativa.

Kurzel-Runtscheiner explica que es como si el Gobierno austríaco acogiera hoy una cumbre internacional y pusiera una flota de aviones privados a disposición de los mandatarios participantes.

‘Realmente se puede comparar con un avión privado, por el valor y los costes’, asegura la directora de la colección.

Los carruajes compartían un mismo diseño, color y decoración, una auténtica ‘identidad corporativa’, que marcaba estos vehículos de la flota imperial austríaca.

Los costes de este despliegue son hoy inimaginables. El alquiler de un carruaje podía costar unos 600 florines al día, el triple de lo que ganaba entonces un maestro de escuela al año.

‘Es una dimensión que no se puede comprar con la de los coches de hoy en día’, cuenta Kurzel-Runtscheiner.

Se estima que el presupuesto total del Congreso fue de 500.000 florines, cinco veces más de lo que el emperador había previsto en un principio, cuando se estimaba que la conferencia no duraría más de seis semanas.

Al final fueron nueve meses durante los que, aparte de los dignatarios reunidos para repartirse Europa, se calcula que llegaron a Viena también otras 100.000 personas, como artesanos, curiosos, buscavidas y prostitutas.

‘Hay que dejar claro que en la Historia mundial no hubo algo antes como este congreso ni lo volvió a haber después’, aseguró la directora de la colección de carruajes.

Entre los gobernantes que tomaron parte en el Congreso se cuentan el zar de Rusia y los reyes de Prusia, Baviera, Sajonia, Dinamarca.

Aunque el Congreso se prolongó tanto por disputas políticas, Kurzel-Runtscheiner no duda de que el buen ambiente, la sucesión de fiestas y los bien tratados que se sentían, ayudaron a que los reyes y príncipes no tuvieran tanta urgencia en volver a casa.

La muestra, que se inaugura hoy con una recepción en la que participarán los embajadores en Viena de los países que tomaron parte en el Congreso, expone varios de los carruajes originales que se usaron durante aquella cita.

Además, se exponen los lujosos uniformes que usaban los cocheros y los funcionarios que el emperador austríaco puso al servicio de sus huéspedes.

La exposición estará abierta hasta el día 9 de junio del próximo año, coincidiendo así con la fecha en la que se clausuró el Congreso.

Antonio Sánchez Solís

This website uses cookies to improve your experience. We'll assume you're ok with this, but you can opt-out if you wish. Accept Read More

Privacy & Cookies Policy